A pesar de que, como digo, la mayoría de los artículos se refieren a unas cuantas décadas atrás, muchas de las reflexiones sobre África, su gente, y también sobre la manera en la que los europeos se han relacionado y nos relacionamos con África siguen teniendo su vigencia hoy en día.
En el último artículo del libro titulado: "En África, a la sombra de un árbol", hace mención a una costumbre que, he de reconocer, suena algo tópica, aunque tiene algo de cierta y es la manera de contar africana sin dar fechas concretas. Se vive en el tiempo del mito.
Foto de Marlene Winberg |
Pues bien, ha caído la noche, estamos sentados bajo un árbol enorme y una muchacha me ofrece un vaso de té. Oigo hablar a gentes cuyos rostros, fuertes y brillantes, como esculpidos en ébano, se funden con la inmóvil oscuridad. No entiendo mucho de lo que dicen pero sus voces suenan serias y solemnes. Al hablar se sienten responsables de la Historia de su pueblo. Tienen que preservarla y desarrollarla. Nadie puede decir: leedla en los libros, pues nadie los ha escrito; no existen. Tampoco existe la Historia más allá de la que sepan contar aquí y ahora. Nunca nacerá esa que en Europa se llama científica y objetiva, porque la africana no conoce documentos ni censos, y cada generación, tras escuchar la versión correspondiente que le ha sido transmitida, la cambia, altera, modifica y embellece. Pero por eso mismo, libre de lastres, del rigor de los datos y las fechas, la Historia alcanza aquí su encarnación más pura y cristalina: la del mito.
Pag, 333
Ed. Anagrama.
Traducción del polaco de Agata Orzeszek
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