domingo, 22 de julio de 2007

RECITAL DE CUENTOS EN CIGUÑUELA, VALLADOLID

El pasado miércoles 11 de julio, Helena y yo contamos cuentos en el atrio de la iglesia de san Ginés, en el pueblo vallisoletano de Ciguñuela (que nosotros no empañábamos en llamar erróneamente "Cigüeñuela").

Lo hicimos a requerimiento de Pablo de Castro, quien desde hace un par de años colabora con otros miembros de la asociación Bocallave (de la que ya se ha hablado en este blog) en la organización, en un entorno rural, de talleres creativos para jóvenes de entre 11 y 18 años. Entre otros, se hacen talleres de guión cinematográfico, land art, litografía y percusión.

A nosotros, Pablo nos había sugerido que hiciéramos un taller de narración, lo que a nosotros nos pareció un magnífico reto. Pero, debido a la premura con la que se planteó esto, al final pensamos que lo más adecuado para este año era dar un recital de cuentos para los participantes en los talleres y cualquier persona del pueblo que quisiera sumarse. La sesión se anunció con el título "Historias que viajan con el viento", en homenaje al gran narrador /xam //Kabbo.

El lugar elegido fue el atrio de la iglesia de San Ginés, un espacio pequeño pero acogedor, que a mí no me cabe duda de que en el pasado acogió los recitales de los cantores de gestas y otros artífices de la palabra. Por eso no pude resistir la tentación de dedicar nuestra sesión a la memoria de esos antepasados nuestros, cuyos espíritus quiero pensar que, de algún modo, estaban presentes, observándonos y, sobre todo, escuchándonos.

Si he de ser sincero, yo soy más bien un narrador que donde se desenvuelve mejor es en el entorno familiar, o en reuniones de amigos y colegas. Así que esta sesión era, en cierto modo, mi "bautismo de fuego", ante un público de gente a la que no conocía de nada.

El recital comenzó hacia las 8:20 de la tarde. La concurrencia (unas cuarenta persona de todas las edades) fue notable. Si el éxito de una cosa así ha de juzgarse por la actitud del público, y su perseverancia, la verdad es que podemos decir que la sesión funcionó muy bien. Tuvimos siempre la atención de nuestros oyentes, y nos produjo especial satisfacción el que un hombre y una mujer, de avanzada edad, que estaban en primera fila se lo pasaran en grande.

Nuestra intención era ofrecer al público la oportunidad de contar algo, una vez nosotros hubiéramos terminado, pero lo cierto es que nadie se animó., aunque varias personas nos aseguraron de que les faltó poco para lanzarse al ruedo. Seguro que la próxima vez se anima más de uno.

Porque estamos seguros de que volveremos a Ciguñuela. Entre otras cosas porque el atrio de la iglesia de san Ginés es realmente un espacio maravilloso para contar, recogido, bello, y con una excelente acústica.

Hice una breve introducción, en la que expliqué el origen del título de la sesión, y narré el cuento ekoi sobre la ratona tejedora de historias (sobre el que ya hablaremos en otra ocasión). Después Helena contó el mito amazónico (de los indios ge) de Katxeré, la estrella que se casó con un muchacho y trajo a la humanidad las plantas comestibles.

Cuando me llegó otra vez el túrno narré el cuento de Urashima Taro, el pescador del mar interior, uno de los más bellos relatos de la tradición japonesa. Helena contó después esa maravilla que es "Leyenda pobre", un cuento que ha escrito ella y sobre el que espero que nos hable en algún momento. Yo conté entonces, juro que con la idea de animar al público a no guardarse sus historias, el relato kannada (de la India) sobre la mujer que se sabía una historia y una canción pero nunca las compartía con nadie.

Sin duda porque era tarde y ya comenzaba a hacer frío, nadie se animó a contarnos nada, por lo que Helena cerró la sesión contando su versión (de origen africano) del cuento del hombre que va a buscar a Dios para preguntarle por qué no tiene suerte.
Para terminar esta breve noticia sobre el recital de Ciguñuela os añado aquí, traducido "a vuela ordenador", el relato "Un cuento y una canción", tal y como aparece en el libro póstumo del folklorista indio A. K. Ramanujan de donde yo lo he tomado.
José Manuel
UN CUENTO Y UNA CANCIÓN
A. K. Ramanujan
A Flowering Tree and Other Oral Tales from IndiaBerkeley: University of California Press, 1997, págs. 1-2
Un ama de casa se sabía un cuento. Se sabía también una canción. Pero se los guardaba para sí y nunca le contaba a nadie el cuento o cantaba la canción.
Prisioneros dentro de ella, el cuento y la canción se sentían asfixiados. Querían liberarse, querían escapar. Un día, cuando la mujer dormía con la boca abierta, el cuento escapó, se desprendió de ella, adoptó la forma de un par de zapatos y se quedó fuera de la casa. La canción también escapó, adoptó la forma de algo parecido a un abrigo de hombre y se colgó de un perchero.
El marido de la mujer volvió a casa, vio el abrigo y los zapatos y le preguntó:
- ¿Quién ha venido a vernos?
- Nadie - respondió ella.
- Entonces, ¿de quién son este abrigo y estos zapatos?
- No lo sé - repuso la mujer.
Al hombre no le satisfizo su respuesta. Desconfiaba. Su conversación se volvió desagradable. De ser desagradable pasó a ser una disputa. El marido se enfureció, cogió su manta y se fue a dormir al templo del dios Mono.
La mujer no entendía lo que estaba pasando. Aquella noche se acostó sola. Una y otra vez se hacía la misma pregunta: "¿De quién son ese abrigo y esos zapatos?" Confusa y triste apagó la lámpara y se fue a dormir.
Las llamas de todas las lámparas de la ciudad, una vez las apagaban, solían ir al templo del dios Mono para pasar allí la noche cotilleando. Aquella noche, las lámparas de todas las casas estaban allí representadas... excepto una, que llegó tarde.
Las otras le preguntaron a la recién llegada:
- ¿Por qué has llegado tan tarde esta noche?
- Esta noche, en nuestra casa el matrimonio ha discutido - dijo la llama.
- ¿Por qué han discutido?
- Cuando el marido estaba ausente, un par de zapatos se plantó en el porche de la casa, y un abrigo de hombre se las arregló para colgarse de un perchero. El marido le preguntó a su esposa de donde salían aquellas cosas. La mujer dijo que no lo sabía. Y por eso, se pelearon.
- ¿De donde habían salido el abrigo y los zapatos?
- El ama de nuestra casa se sabe un cuento y una canción. Nunca cuenta el cuento, y nunca le ha cantado a nadie la canción. Dentro de ella el cuento y la canción se asfixiaban, así que han salido de su interior y se han transformado en un abrigo y en un par de zapatos. Se han vengado. La mujer no lo sabe.
El marido, que estaba en el templo tapado bajo su manta, escuchó la explicación de la lámpara. Sus sospechas quedaron despejadas. Volvió a casa; era el alba. Le preguntó a su esposa por el cuento y la canción. Pero ella los había olvidado.
- ¿Qué cuento, qué canción? - preguntó.

4 comentarios:

Charli**** dijo...

llegue acá, por mircea eliade, a mi me encanta ese autor y he leido bastante de su obra, genial maitreyi, me encantó.muy lindo tu blog y te sigo leyendo....
besos

Anónimo dijo...

Pues gracias, chino black. Dentro de poco haremos una entrada más de Mircea, autor que también nos encanta.
Besos
Helena

baobab dijo...

desgarrador cuento, me da mucha pena ella, en el fondo ni el cuento ni la canción tienen buenos sentimientos...
que duros (a veces) son los cuentos... .
un abrazo!!!
Ramon.

Anónimo dijo...

No sé qué decirte. El cuento y la canción, son eso, "simplemente" un cuento y una canción. Existen, de hecho, en el ámbito de la pura emoción, pero casi siempre "en potencia". Su existencia plena depende de la mujer, que se la niega al no cantar la canción, no contar el cuento. Sea por egoísmo, o por pereza, la mujer está destruyendo el tesoro que lleva dentro. La venganza del cuento yla canción no deja de tener la lógica implacable de quien obra cruelmente por una pura cuestión de supervivencia.