martes, 9 de diciembre de 2008

RELATOS Y CUCARACHAS: UNAS REFLEXIONES DE J. M. COETZEE

Durante mi último viaje a Ciudad del Cabo, el pasado mes de noviembre, pude por fin hacerme con un raro texto del escritor surafricano J. M. Coetzee, autor de libros como Vida y tiempos de Michael K. o Esperando a los bárbaros, entre otros muchos, que le valieron el Premio Nobel en 2003.


El texto se titula "The Novel Today" ("La novela en la actualidad") y apareció en la revista literaria Upstream en 1988 (vol. 6, nº 1, págs. 2-5), y en su día desató cierta polémica. Que yo sepa, Coetzee nunca lo ha incluido en sus recopilaciones de ensayos y reseñas. Su interés para mí radica menos en los aspectos polémicos que pueda contener, que en las reflexiones que Coetzee sobre el arte de narrar (storytelling), reflexiones que son aplicables también a la narración oral. He aquí la parte relevante del texto, una vez más, traducida con cierta premura, por lo que ruego se me disculpe si mi versión chirría un poco:

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"No estoy defendiendo el arte que practico. La novela, la narración de historias [storytelling] en general, siempre podrá defenderse sola. [...]
La narración de historias puede defenderse sola. ¿Es esto cierto? ¿Han sido los censores tan ineficaces siglo tras siglo? Sí, lo han sido. Son ineficaces porque, al establecer las normas que los relatos no podían transgredir, y al hacer cumplir estas normas, no se dan cuenta de que el caracter ofensivo de los relatos no está en que transgredan normas concretas, sino no en su capacidad para crear y alterar sus propias normas. [...] Porque (y parodio un tanto esta postura) un relato no es un mensaje con un envoltorio, un envoltorio retórico o estético. No es un mensaje al que se añade un residuo, el residuo, el arte con el que el mensaje está recubierto por el residuo, formando la temática de la retórica o la estética, o la apreciación literaria. En las historias no hay añadidos. No están compuestas por una cosa a la que se añade otra, mensaje más vehículo, subestructura más superestructura. [...]

La narración de historias [...] no es una forma de hacer que los mensajes sean, como suele decirse, "efectivos". La narración de historias es otra [another] forma de pensar, una forma otra de pensar [an other mode of thinking]. Es más venerable que la Historia, tan antigua como la cucaracha. Como las cucarachas, las narraciones pueden consumirse. No hay más que arrancarles las alas y echarles un poco de sal. Son nutritivas, hasta cierto punto, aunque si lo que de verdad quieres es nutrición probablemente la buscarás por otro lado. Las cucarachas también pueden colonizarse. Puedes atraparlas en una trampa para cucarachas, criarlas (con gran facilidad), agruparlas en granjas de cucarachas. Puedes atravesarlas con alfileres y ponerlas en vitrinas, etiquetadas. Puedes usar sus alas para cubrir las pantallas de las lámparas. Puedes realizar diminutas disecciones de su sistema respiratorio, puedes teñirlas, fotografiarlas, enmarcarlas y colgarlas de la pared. Puedes, si quieres, secarlas y, echarles polvo y mezclarlas con explosivos de alta potencia y transformarlas en bombas. Puedes incluso hacer relatos sobre ellas, como hizo Kafka, aunque esto es muy difícil. Una de las cosas que, según parece, no puedes hacer, es erradicarlas. Se reproducen, como dice el tropo, como moscas, y en las circusntancias más crudas. Se desconoce el motivo por el que están en la Tierra, la cual, probablemente, sería un lugar más agradable -sin duda más fácil de entender- sin ellas. Se dice que seguirán aquí cuando nosotros, y todos nuestros artefactos, hayamos desaparecido.

A esto se le llama parábola -una forma cultivada por grupos marginales, grupos que no tienen lugar en las corrientes dominantes, en la trama principal de la Historia-, porque es difícil determinar qué es lo que quiere decir.
Al final, sigue habiendo una diferencia entre una cucaracha y un relato, y la diferencia sigue siéndolo todo." ("The Novel Today", págs. 3-4)


Como se dice en inglés, that's food for thought! Esperamos con ansia los comentarios y reflexiones de todos esos narradores que sabemos que, de vez en cuando, se asoman a nuestro blog.

Una última cosa: la imagen que ilustra esta entrada está de Wikipedia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

EL MITO QUE QUISO SER ENTENDIDO

En el último número de la revista New York Review of Books (8 de diciembre-14 de enero de 2008), entre otros varios artículos interesantímo, hay uno de la escritora Alma Guillermoprieto titulado "A lost world on the map", en el que, además de reseñar un libro que ha aparecido hace poco sobre el llamado "Mapa de Cuauhtinchan nº 2", Guillermoprieto hace algunas reflexiones muy interesantes sobre las culturas amerindias. La autora ilustra sus razonamientos con varias anécdotas personales, una de las cuales tiene que ver con su visita, en 1993, a una comunidad arahuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta, invitada por varios miembros de esta etnia a los que había conocido casualmente en Bogotá. Os la traduzco a continuación (de forma más bien apresurada), añadiendo algunos de los párrafos precedentes, que sirven para contextualizar el relato:

"Los arahuacos sufren enormemente a causa de los mestizos que invaden sus tierras, los madereros ilegales, los traficantes de drogas y los funcionarios del gobierno que los han privado de sus tierras ancestrales, no sólo las de cultivo, sino las tierras en las que se encuentran los lugares sagrados a los que deben peregrinar cada año [...] Los arahuacos son extraordinariamente diestros e imaginativos a la hora de combatir la burocracia desde dentro; pueden salir y entrar del mundo moderno con mucha más facilidad que muchos otros amerindios. Mandan a sus hijos al mundo para que estudien cosas como programación y medicina y, al parecer [...] al menos unos pocos han decidido volver, habiendo conservado intacto su sentido de la comunidad y la identidad.


En mi última noche en la Sierra, los aldeanos se reunieron en un roquedal que no quedaba muy lejos de la última de sus casas rectangulares con techumbre de paja. No había luna, y las estrellas se veían enormes y cercanas. No queriendo inmiscuirme, me quedé en los márgenes de la reunión, y escuché mientras la voz audible de un hombre narraba bellamente una epopeya sobre el viaje que cierta vez hicieron las estrellas para estar junto a los seres humanos. Entonces mi guía me acompañó de nuevo a la habitación de invitados de la escuela del pueblo.


A la mañana siguiente, pedí que me presentaran al maravilloso orador que había contado aquel relato, y me vi estrechando la mano de un hombrecillo sonriente, de fácil risita, al que anteriormente había tomado por el tonto del pueblo. No había contado aquella historia en español, por el simple motivo de que no hablaba esa lengua. No hubo forma de convencer a mis anfitriones de que el hecho de que yo hubiera creído escucharla en español tuviera nada de extraordinario, ni tengo claro que el relato que creí escuchar tuviera de hecho relación alguna con lo que el chamán de las risitas había dicho aquella noche, aunque mis anfitriones parecían pensar que sí, o bien no les parecía que la cuestión tuviera mayor importancia. Me acompañaron a la carretera y les dije adiós con la mano mientras subía a la parte trasera de un camión, repentina e inexplicablemente bañada en lágrimas . Años después, fue para mi una sorpresa maravillosa saber que, a pesar de los continuos asesinatos y otros delitos contra ellos, muchos de los proyectos que mis anfitriones arahuacos habían estado planeando -un archivo histórico, sus propios vídeos y publicaciones- se estaban llevando a cabo." (p. 65)

En una nota a esta historia, Guillermoprieto remite a al siguiente espacio de
http://www.youtube.com/, donde pueden verse varios vídeos coprodudicos por organizaciones arahuacas y mestizas:
http://www.youtube.com/watch?v=xlhk6X5Tjis

Vale la pena echarles un vistazo, os lo aseguro.

jueves, 4 de diciembre de 2008

DIARIO DE UNA CASA VACÍA

Jose y yo hemos estado de traslado de casa. Pues sí, un rollo: ir con los bártulos de un lugar a otro, almacenando paquetes y trasladando bolsas. Aparecen objetos insospechados, ropa de hace mil años, guardas y tiras cosas, cajas, cajas y más cajas.
Pero, entonces, me dio por cambiar el punto de vista ¿y la casa? ¿cómo se queda la casa después de tanto trajín? Ese espacio en el que has habitado, en el que has vivido momentos buenos y malos... se queda vacío.


La foto que os adjunto es del pantano de Riaño. Estuvimos allí este verano. Seguro que recordáis que hace unos años se decidió trasladar el pueblo para poder hacer ese embalse. Todas las casas de piedra, adobe, ladrillo, todas las tiendas, las calles, la iglesia del pueblo de Riaño quedaron inundabas, sepultadas debajo del agua, algo así como una Venecia rural ahogada. ¿Os imagináis el silencio que debe reinar ahí abajo...?
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Me preguntaba si las casas sentirían ese vacío físico, ese abandono, ese dejar de oír los ruidos de la leche al hervir, del rumor del agua de la ducha, de los chavales dándole a la pelota en la calle -¡porque en los pueblos aún se juega en la calle!- y entonces una amiga puso en mis manos este libro: Diario di una casa vuota de Beatrice Masini.
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"Diario de una casa vacía" narra las emociones en primera persona de una casa que está a las afueras de la ciudad, deshabitada, vacía. Es un pequeño libro con reflexiones muy interesantes, como esta sobre el tiempo y el espacio:

“(El tiempo). No creo que sea tan importante. Para mí es el espacio que se ha de llenar, el vacio de los días y de las noches. Espacio y tiempo en el fondo son lo mismo: un agujero negro que devora todos los pensamientos y escupe una sola cosa. Soledad” (pag. 7)

La casa del libro quiere ser una casa habitada, una casa donde vivan las personas.
Un día descubre lo que ocurre cuando un niño juega dentro de la casa, pero juega solo, en silencio. Y entonces, dice:

“Que extraño, no lo había pensado antes: y hoy, gracias al pequeño Tim, he entendido que aquello de lo que siempre he tenido necesidad son los pensamientos de las personas, los pensamientos transformados en palabras. Los otros, los pensamientos silenciosos, no los puedo saber, ni entender, ni adivinar. Pero lo que quiero decir es que no basta con la presencia de los cuerpos dentro de mí para hacerme sentir viva. Un cuerpo que no expresa pensamientos es una compañía mediocre. Y repasando velozmente mis recuerdos he entendido que los momentos más felices han sido aquellos en los que he compartido la vida de quien me habitaba porque he sentido sus pensamientos.
En definitiva, después de todo, lo que me da miedo es el silencio. En esto no soy muy diferente de un niño que explora una casa nueva: aquello que le da escalofríos no son las dimensiones de las habitaciones, las sombras debajo de las escaleras, el misterio de una puerta cerrada, sino el hecho de que todo esto está inundado de silencio. Necesito voces. Pero voces vivas, de verdad. Voces que intercambian ideas. La soledad y el silencio son lo mismo para mí.” (pag. 58-59)

Me ha parecido precioso. Y se lo he leído a la casa que abandono y que ha sido mi hogar en los últimos años, un lugar importante... Pero, a veces, hay que saber decir adiós.


Si queréis conseguir el libro es:

Diario di una casa vuota
Beatrice Masini
Edizioni EL, 2004





lunes, 17 de noviembre de 2008

CUENTOS QUE VIAJAN CON EL VIENTO



Estamos preparando la nueva sesión de...

CUENTOS QUE VIAJAN CON EL VIENTO




Los cuentos viajan de un lugar a otro y de boca en boca.
En esta sesión se cuentan cuentos tradicionales de diferentes partes del mundo. Son historias sobre el origen de las cosas; mitos y leyendas de los cinco continentes.
Siempre cuentos nuevos, siempre diferentes, según el viento que sople…



La próxima sesión será en el

CENTRO CULTURAL FLORIDABLANCA

C/Floridablanca, 53 baixos

Barcelona

Hora: 18.00 h

Entrada gratuita

martes, 21 de octubre de 2008

LAZOS ORIENTE OCCIDENTE

Estos días ajetreados y llenos de ilusión porque participaré en la edición de KOSMOPOLIS 2008 en la que vendrá invitado uno de mis escritores y pintores favoritos, el autor chino Gao Xingjiang, me he topado con una conexión importantísima en forma de dos versos cortos y precisos. Son del también poeta, pintor y calígrafo chino Shi Tao (1630-1707) :

"Yo hablo con mis manos,
Tu escuchas con tus ojos"

Me los leyó mi profesora de sumi-e, Francina, cuando buscábamos el kanji "narrar" y me dejaron traspasada.

martes, 8 de julio de 2008

AMORES HIPERBREVES

Llevo días intentando colgar algunos cuentos hiperbreves que me han encantado, pero entre la maratón de cuentos de Guadalajara, sesiones de cuentos varias y otros proyectos, no he parado, la verdad.

No obstante, creo que estos hiperbreves merecen la pena. Son pequeñas joyas de la síntesis y del impacto.


Como da la casualidad de que los que más me gustan van más bien de amor/desamor. He pensado colgar una de las fotos que utilizo para publicitar mi sesión de cuentos "Los amores difíciles".


Todos ellos están extractados de una estupenda y recomendable antología:

Edición de Clara Obligado
POR FAVOR, SEA BREVE
Antología de relatos hiperbreves
Editorial: Páginas de Espuma, octubre 2001






ARMISTICIO de Juan José Arreola


Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala desde lejos invitándonos a entrar: se alquila paraíso en ruinas.


DESPECHO de Andrés Neuman


A Violeta le sobran esos dos kilos que yo necesito para enamorarme de un cuerpo. A mí, en cambio, me sobran siempre esas dos palabras que ella necesitaría dejar de oír para empezar a quererme.


A PRIMERA VISTA de Poli Délano


Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro.


AMENAZAS de William Ospina


-Te devoraré -dijo la pantera
-Peor para ti -dijo la espada.

viernes, 30 de mayo de 2008

LOS LIOLIO

Llevo unos días plagados de trámites burrocráticos de esos que te ponen de los nervios. Entre intentar hacer la declaración de la renta, que lo que marean para cuatro tonterías, y el otro día que a Jose y a mi nos tocó ir a la policía para recoger unos impresos llamados "carta de invitación"; indispensables por lo visto: ¡para poder invitar a que unos amigos suráfricanos a que pasen la noche en nuestra casa! El caso es que me debato entre el absurdo kafkiano y el tirarme de los pelos.
He decidido que basta, que se necesita un poco de sentido del humor, y me he acordado de un cuento estupendo de un escritor mexicano:
Alberto Chimal.

LA VERDAD
Gente del mundo
México, 1998

Los liolio decían siempre lo contrario de lo que pensaban, de tal suerte que los peores enemigos se saludaban con alegría; los amantes no dejaban de decirse adiós; los generales ordenaban cargar cuando el ejército debía retirarse; las madres amonestaban a los hijos más obedientes. Siempre. Pero viajeros de todas las regiones iban hasta los liolio para oírlos hablar, vivir de ese modo tan extraño, y acaso uno de ellos, un mercader o un contador de cuentos, les enseñó a mentir (arte que les era desconocido y aun impensable).

Por lo que empezaron a decir lo que pensaban; a decir lo que no pensaban a sabiendas de que nadie les creería, y a hablar también con intenciones rectas, pero sin que nadie les diera crédito. Terminaron por mezclar lo que pensaban y lo que no en el discurso, en la acción y hasta en el pensamiento; así se volvieron iguales al resto de los pueblos del mundo, y se dispersaron, pues unos a otros, se dice, ya no podían comprenderse.

sábado, 3 de mayo de 2008

JOSÉ MARIA MERINO


Hoy ha llegado el día de hablar de uno de mis cuentitas favoritos: José Maria Merino, lo podéis ver en la foto publicada en el Diario Montañes en agosto pasado.
La foto me ha parecido de lo más oportuna porque me ha sugerido así como un intento de apropiación de la fantasía del autor por parte de unas ávidas "manos" lectoras.

Merino es un meticuloso observador de la realidad y me gusta porque es capaz de recrear mundos fantásticos y ricos partiendo de cosas absolutamente cotidianas: un bonsai, unos músicos tocando en el metro... Lo que me lleva a pensar: "¡Pues claro!, si abro más mis ojos podré ver lo que aparentemente nadie ve". Y, eso, qué queréis, me consuela y me llena de gozo.
Pero además es capaz de condensar un concepto en un pequeño párrafo y una emoción en una sola línea. Sus minicuentos, microrrelatos o "nanocuentos" son para leer una y otra vez.

Creo que fue un amigo quién me leyó alguno de los Cuentos del libro de la noche en plan "esto te va a encantar", y acertó, claro, luego yo solita descubrí Cuentos de los días raros, donde me quedé prendada de "Mundo Baldería"; la historia de un mundo nacido de las novelas que leíamos cuando éramos adolescentes y que... oye... ¡existe de verdad!, aunque vivamos a veces de espaldas a él.

Recientemente ha caído en mis manos La glorieta de los fugitivos. Libro que obtuvo el premió Salambó y que recopila buena parte de los microrrelatos de Merino. Los publicados en Días imaginarios y los ya mencionados Cuentos del libro de la noche, incorpora además La Glorieta miniatura, una historia "cuenteada" sobre teoría del cuento, y otras divertimentos sobre ficción y literatura. Para muestra un botón:

A PRIMERA VISTA

Uno de los principios de jardinería en la Glorieta Miniatura es que el microcuento más largo y el cuento literario más corto tienen la misma extensión, lo que suele confundir incluso a los especialistas.

La glorieta de los fugitivosPag. 207
Edit. Páginas de Espuma. Agosto, 2007

Pero para que veáis lo que quiero decir cuando he comentado que Merino es un autor rico en mundos imaginarios, capaz de abrir en la realidad la puerta de lo fantástico, y hacerlo, además, sin alterar el orden de lo cotidiano, sin violencia, de forma sutil y original, os dejo con:

ECOSISTEMA

El día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsai y un libro de instrucciones para cuidarlo. Coloqué el bonsai en la galería, con los demás tiestos, y conseguí que floreciese. En otoño habían surgido de entre la tierra unos diminutos insectos blancos, pero no parecía que perjudicasen al bonsai. En primavera, una mañana, a la hora de regar, vislumbré algo que revoloteaba entre las hojitas. Con paciencia y una lupa, acabé descubriendo que se trataba de un pájaro minúsculo. En poco tiempo el bonsai se llenó de pájaros, que se alimentaban de los insectos. A finales del verano, escondida entre las raíces del bonsai, encontré una mujercita desnuda. Espiándola con sigilo, supe que comía los huevos de los nidos. Ahora vivo con ella, y hemos ideado el modo de cazar a los pájaros. Al parecer, nadie en casa sabe dónde estoy. Mi sobrina, muy triste por mi ausencia, cuida mis plantas como un homenaje al desaparecido. En uno de los otros tiestos, a lo lejos, hoy me ha parecido ver la figura de un mamut.

La glorieta de los fugitivos
Pp. 37 y 38
Edit. Páginas de Espuma. Agosto, 2007

miércoles, 23 de abril de 2008

PASAJERA DEL SILENCIO

Estoy leyendo un fascinante libro llamado Pasajera del silencio. Es la historia de Fabienne Verdier. Una mujer francesa que en 1983 emprendió un viaje a China para aprender caligrafía y realizar un auténtico viaje iniciático.

El libro puede leerse como un libro de aventuras y también como un pequeño ensayo sobre la cultura china, su filosofía, su arte y su historia más reciente.

He subrayado bastantes cosas, pero hoy me apetece compartir la reflexión sobre el refinamiento y la naturaleza. Es primavera, mirando las flores que despiertan, leo las palabras del maestro calígrafo que Fabienne nos trasmite. Y pienso que para elevar el espíritu y abstraerse un poco hay que mirar lentamente y con humildad la naturaleza que nos rodea; genial si vives en el campo, pero vale asomarse a la maceta del balcón.
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La imagen es de una pintura de la misma Fabienne Verdier, se vende a través de varios portales de internet. Lo cierto es que, mientras lees el libro, no puedes dejar de preguntarte cómo todas las experiencias y el duro trabajo de su aprendizaje influyeron en su obra.


"Acto seguido, a su manera en apariencia deshilvanada de llevarme de un tema a otro, me explicó el término chino yun:

-Es un sentido moderno significa “rima”, pero en una acepción más amplia, “ritmo”. Éste es fundamental en la música, pero también en las demás artes, como el arte de vivir. No obstante, en su origen esa palabra significaba “refinamiento”. No es casualidad que se haya pasado del refinamiento al ritmo; simplemente, se ha reducido el sentido. Cultiva el refinamiento en tus pensamientos y conducta; de ese modo serás más humana. Lo que es inhumano e incluso opuesto a la vida, a su evolución, es la vulgaridad y la violencia. Ni las plantas ni los animales ignoran el refinamiento. "
Pag. 179
Pasajera del silencio. Diez años de iniciación en China
Fabienne Verdier
Edit. Salamandra. Octubre 2007

lunes, 7 de abril de 2008

EL CURIOSO HÁBITO DE INVENTAR


El año pasado se publicó en Estados Unidos Edith Wharton, una excelente biografía de esta autora, escrita por Hermione Lee (Nueva York, Knopf). En una reseña de este libro aparecida en The New York Review of Books (26 de abril de 2007) Edmund White escribe lo siguiente:

"De pequeña, [Edith Wharton] tenía el curioso hábito de lo que ella llamaba 'inventar'. Antes de que aprendiera a leer, se sentaba durante horas con un libro en el regazo y fingía que leía un relato que contenía. Cuanto más negra y densa era la tipografía, mejor. Caminaba rapidamente arriba y abajo y entraba en una especie de éxtasis de composición verbal; en cierta ocasión, su madre intentó anotar lo que Edith decía, pero no pudo mantener el ritmo. Cuando una niña llegó de visita para jugar, Edith le pidió a su madre "entretenme a esa niña. Yo tengo que inventar". Más tarde, cuando aprendió a leer, su inmersión en textos reales se mantuvo en la línea de estas invenciones obsesivas" (Edmund White, "The House of Edith", p. 39).


La fotografía de la escritora procede de la web de la Edith Wharton Society:

jueves, 21 de febrero de 2008

LA ELEGANCIA DEL ERIZO


Ayer por la noche me terminé este precioso libro. Ya venía pensando que tenía que hacer una entrada porque desde el principio la cosa prometía. Y ha llegado el momento.

Los personajes son de esos que se te hacen entrañables al primer contacto, viajan contigo en el autobús, se sientan en el café y hasta te acompañan mientras haces bici en el gimnasio. Son divertidos. No los puedes dejar. Y piensas: "mira, como el filósofo kioskero de mi barrio".

El libro habla sobre arte, filosofía y sobre las distintas sensibilidades de ver el mundo o de pasearse por él. Es la historia de una portera de un edificio de gente "bien" de París que lee a Ockham y se extasía con las películas japonesas de Oku o con la pintura flamenca del XVII. ¿Y por qué no? ¿Quién dijo que ambas realidades fueran contradictorias? Porque la belleza, la capacidad de reflexión no son patrimonio de nadie y mucho menos de las "elites".

Es también la historia de una niña superdotada con tendencias suicidas. Lo uno lleva a lo otro, porque después de sus arduas reflexiones encuentra absurdo el hecho de que estemos aquí nadando en una pecera hasta que alguien decida "se acabó". En fin, que la niña en cuestión tiene una mirada incisiva sobre su madre socialista y rica, su hermana estudiante universitaria y pija redomada, y su padre político incapaz de ser sincero consigo mismo. Vamos, que la niña ya con 12 años vive el mundo como si estuviera de vuelta de todo; aunque claro, por otro lado, solo con 12 años es posible ver el mundo "como si estuvieras de vuelta de todo".

No os desvelaré la trama porque lo divertido es leerlo y enamorarse un poco de los personajes, tan franceses... Pero baste decir que al final todos nos imponemos disfraces y cuando somos capaces de enfrentarnos con nuestros propios miedos y mirarnos cara a cara se nos caen las máscaras a los pies y hasta nos damos la oportunidad de vivir... o de morir.

Al final no se vive por el movimiento perfecto, por la belleza de las cosas, por la sorpresa del momento, se vive, de verdad, cuando has sufrido, cuando has tenido una pérdida y has padecido el dolor, entonces aprendes con una claridad meridiana el "valor" de la VIDA. Se vive contra la muerte.

Eso sí, mientras nos paseamos nadando por esta pecera de dimensiones impredecibles - porque nunca sabes cuando te vas a dar contra el cristal - no me digáis que no es entretenido y delicioso leer a Tolstói o zamparse un helado de chocolate en un parque durante una tarde de verano.

Se puede estar de acuerdo o no con algunas de las reflexiones del libro sobre cuestiones metafísicas o artísticas, en realidad poco importa porque tampoco se trata de sentar una tesis doctoral sino de hablar de ello con la naturalidad que arroja el saber que tu opinión carece de importancia.

Me gusta este parrafito que os transcribiré ahora, no es significativo, pero me gusta, y me renconcilia con la manida frase que siempre ha chocado contra mi impaciencia: "Todo llega cuando tiene que llegar".

La elegancia del erizoMuriel Barbery Edit.
Seix Barral Biblioteca Formentar,2007
Pag. 114

"-¿Sabe?... todo llega cuando tiene que llegar. Esto puede sonar a proverbio popular, aunque sean también las palabras que el mariscal Kutuzov, en Guerra y paz, dirige al príncipe Andrés. Me hicieron, por la guerra y por la paz, tantos reproches… Pero todo llegó a su hora… Todo llega cuando tiene que llegar para quien sabe esperar…"

miércoles, 6 de febrero de 2008

URSULA K. LE GUIN Y LA IMPORTANCIA DE NARRAR

Reproduzco a continuación, adaptándolo un poco, un segmento de un e-mail que le mandé a Helena el año pasado y que tiene que ver con la obra de Ursula K. Le Guin, una escritora que me fascina, y que comenzó a interesarme cuando supe que era hija de Alfred Kroeber (1876-1960), uno de los grandes antropólogos estadounidenses. Fue la lectura de un ensayo sobre Le Guin de la escritora canadiense Margaret Atwood (a la que admiro mucho), publicado en 2003 en The New York Review of Books lo que hizo que me dicidiera a zambullirme en The Left Hand of Darkness, la primera gran novela de Le Guin, que me entusiasmó. He aquí lo que en su día le escribí a Helena:




"Más que ciencia-ficción, Le Guin lo que escribe es antropología-ficción. No en vano es hija de Alfred Kroeber. Sus sociedades imaginarias son tan verosímiles que, cuando terminas el libro, te cuesta creer que has estado leyendo una ficción. La típica ciencia-ficción de cohetes, robots, y similares nunca me ha entusiasmado, pero pienso que, de la mano de un escritor con imaginación y talento, las sociedades imaginarias y las visiones inteligentes del futuro pueden dar lugar a reflexiones muy profundas sobre la condición humana. En sus ficciones sobre los mundos lejanos fruto de su imaginación, Le Guin nos está hablando siempre de nuestro mundo, ahora.


Me gustó especialmente su novela The Telling (2001, traducida al castellano como El relato, Barcelona, Minotauro, 2002 ), que narra lo que le sucede a una antropóloga que estudia la sociedad de un planeta que, cuando fue contactado por primera vez, tenía una cultura de una gran riqueza, poco interesada en los avances tecnológicos, y cuya esperitualidad se expresaba, sobre todo, en una escuela de pensamiento (similar al taoísmo) llamada "the Telling" (que en inglés significa tanto el acto de narrar como lo narrado, por eso la mejor traducción sería "la narración"). Cuando la antropóloga llega al planeta, décadas después de ese primer contacto, descubre que la sociedad ha cambiado radicalmente, después de sufrir una de convulsión muy similar a la "revolución cultural" maoísta.


Empeñados en modernizar el planeta a toda costa, los nuevos gobernantes han destruido todo lo que tenía que ver con el pasado (monumentos, libros, etc.) y, por supuesto, han erradicado "the Telling". La antropóloga descubre, sin embargo, que en algunas remotas rurales, "the Telling" sobrevive de forma soterrada. El libro está repleto de reflexiones extraordinarias sobre la importancia del narrar, y sobre la relación entre relato y memoria. He aquí un ejemplo:

[La narración] -le dice a la antropóloga uno de sus informantes- es todo lo que tenemos. ¿Te das cuenta? Es nuestra forma de tener el mundo. Sin la narración, no tenemos nada en absoluto. El instante pasa como el agua del río. Tropezaríamos, daríamos tumbos, estaríamos indefensos, si intentáramos vivir en el instante. Seríamos como un bebé. Un bebé puede hacerlo, pero nosotros nos ahogaríamos. Nuestros espíritus necesitan contar, necesitan el relato. Para agarrar. El pasado ha quedado atrás, y en el futuro no hay nada a lo que asisrse. El futuro todavía no es nada. ¿Cómo podría alguien vivir allí? Así, lo que tenemos son las palabras que cuentan lo que sucedió, y lo que sucede. Lo que fue y lo que es. (The Telling, Nueva York, Ace Books, 2003, p. 124)
Aunque situado en un mundo lejano e imaginario (¡pero muy plausible!) esto se refiere a nuestra propia necesidad de narrar. The Telling me gusta también porque describe de un modo muy realista los gozos y las frustraciones del trabajo de campo."

Hasta aquí lo que le escribí a Helena en su día. No se me ocurre ahora nada que añadir, salvo la dirección de la web de Ursula Le Guin, de la que he tomado la fotografía que ilustra esta entrada:

http://www.ursulakleguin.com/UKL_info.html


domingo, 3 de febrero de 2008

EL SEMÁFORO AZUL

Hace quince días estuvimos en Milán. Tenía que ir allí por trabajo y Jose vino para acompañarme y de paso darse una vuelta por la Ambrosiana y por el Duomo. A parte de morirme de envidia, porque yo tenía que estar en la feria, disfrute mis ratitos libres paseando por la plaza, cenando gnocchi y comprando algún que otro libro. Cayó, por ejemplo, un recopilatorio de cinco libros de Gianni Rodari.

Os copio aquí un precioso cuento en traducción improvisada. Me gusta mucho porque las imágenes son fantásticas, hermosas y surrealistas, cien por cien italianas. Además, ¿quién sabe la de oportunidades magníficas de hacer algo insólito que hemos perdido y ni siquiera nos hemos dado cuenta?


EL SEMÁFORO AZUL

Una vez, el semáforo azul que está en Milán, en la plaza del Duomo, hizo algo extravagante. De golpe, todas sus luces se tiñeron de azul, y la gente no sabía cómo comportarse.
–¿Cruzamos o no cruzamos? ¿Esperamos o no esperamos?
Por todos sus ojos, en todas las direcciones el semaforo difundía la insólita luz azul, de un azul tal que en el cielo de Milán no se había visto jamás.
A la espera de entender algo, los conductores alborotaban y tocaban el claxon, los motociclistas hacían rugir el tubo de escape y los peatones más gordos gritaban:
–¡Usted no sabe quién soy yo!
Los chistosos decían sus gracias: –El verde se lo habrá comido el comendador para hacerse una villita en el campo.
–El rojo lo habrán utilizado para teñir los peces de los Giardini.
–Con el amarillo, ¿sabéis qué hacen? Diluyen el aceite de oliva.
Finalmente llegó un guardia urbano y se puso en medio del cruce a dirigir el tráfico. Otro guardia buscó la cabina de señales para reparar la avería, y cortó la corriente.
Antes de apagarse el semáforo azul tuvo tiempo para pensar: “¡Pobrecitos! Yo les había dado la señal de ‘via libre’ para el cielo. Si me hubieran entendido, ahora todos sabrían volar. Pero quizá les ha faltado valor”.


Gianni Rodari
I cinque libri
Storie fantastiche, favole, filastrocche
Edit. Einaudi.Venezia 2008

miércoles, 16 de enero de 2008

ESCUCHANDO A LOS NIÑOS

Hay un momento de nuestra vida en la que creemos que las cosas más inverosímiles son tan cotidianas como mojar una galleta en el cola-cao, es cuestión de vida o muerte encestar un balón, y Batman o Superman nos interesan mucho más que el telediario. Algunos no cambiamos demasiado ese orden de prioridades, pero ni con un abrumador esfuerzo de la conciencia somos ya capaces de mantener la misma mirada inocente.

Esta pasada Navidad, después de una sesión de cuentos de esas que llamamos para todos los públicos, en la meseta castellana, concretamente en la Cofradía de la Cruz Desnuda en Valladolid, Jose yo decidimos aventurarnos a preguntar a los niños por el cuento que más les gustaba. No de los que acababan de escuchar, sino de todos aquellos que conocieran. David nos dijo que a él y a su hermana les encantaban los de Geronimo Stilton, mientras que Juan, de 5 años, nos dijo que a él le encantaban las Tortugas Ninja porque eran mutantes y además luchaban contra los malos. Antonio enmudeció, y es que ¿quién no pasa apuros cuando tienes ganas de decir algo, pero las palabras simplemente no te salen?
A Silvia su hermana Paola le cuenta Simbad el marino. Y le gusta
porque, como a David, a Juan y a Antonio, como a todos, nos interesan los tesoros, las aventuras y las sorpresas. A ellos les importaba muy poco la diferencia entre un cuento, un relato, una historia, una novela o una película. Lo interesante es que alguien que tú quieres le ponga voz e imágenes a ese instante antes de dejarte vencer por el sueño.

Hay un sinfín de artículos sesudos sobre las diferentes tipologías del cuento, su procedencia, variantes, parentescos…, pero en el fondo, si seguimos contando, leyendo y escuchando cuentos, es –no nos engañemos - porque, después de todo, cuando mojas una galleta en tu leche con cola-cao disfrutas como un enano.