martes, 30 de octubre de 2007

MEMORIAS DE IDHÚN

Ha llegado el momento de devolverle a mi sobrina los libros de Memorias de Idhún de Laura Gallego. Son suyos, así que tampoco los puedo acaparar. Pero no quería abandonarlos sin hablar de un momento realmente especial para mí porque habla de la importancia de la narración oral.

Y lo sé: me puedo comprar otros, pero no serían los mismos que leí por primera vez... No sé si me entendéis.

El caso es que Memorias de Idhún habla de una profecía que anuncia que Idhún se podrá salvar del poder del malvado Ashrán y de los sheks gracias a la unión del último unicornio y del último dragón.

Los libros, a parte de cuestionarse el poder, la eficacia y la manipulación de las profecías por parte de los sacerdotes, magos y demás, habla de lo que nos apasiona siempre: la lucha del bien y el mal, lo real y lo fantástico, la amistad, el amor, los celos y la fuerza de las ideas.


Digo esto para poneros en antecedentes sobre el momento en el que la narración oral, aquella que hace que la fe encienda los corazones en los momentos de crisis, cobra especial importancia.
Para entender la cita imaginaos un desierto, la dureza de la vida en él, la opresión ejercida por unos jefecillos tiránicos y... por consiguiente... la necesidad de alimentar la esperanza de una vida mejor... Así, cuando leáis el momento en el que Kimara relata la historia de aquella que ha conocido al dragón y que ha recibido la magia del unicornio, podréis entender porque tiene los ojos de fuego y porque enciende la llama de todos los que la escuchan. Porque el relato surge de la necesidad de contar y de la necesidad de escuchar. Y eso, es algo que yo también he vivido.

Memorias de Idhún II. La Tríada
Laura Gallego
Ed. Sm. Madrid 2005
Pag. 316 -317


"Shail y Zaisei se sentaron en un rincón, el uno junto al otro, y escucharon la historia que Kimara había ido a contar a aquel lugar. Llena de entusiasmo, la joven de los ojos de fuego contó una vez más cómo había conocido a Jack y a Victoria en un campamento limyati; cómo los había acompañado a través del desierto, evitando a las serpientes, en dirección a Awinor. Relató todos los detalles del viaje, sí, pero también habló del carácter y la determinación del muchacho dragón, de la serenidad y la valentía de la chica unicornio, y del intenso amor que los unía a ambos.


"-Jack me pidió que acudiera al norte, a Nandelt -concluyó Kimara-, para decir a todo el mundo que el dragón y el unicornio han regresado y que pronto se enfrentarán a Ashran y a los sheks. En Nandelt, el príncipe Alsan ha iniciado una rebelión para reconquistar los reinos humanos. Muy pronto viajaré hasta allí para unirme a él. Pero antes -añadió, clavando en la concurrencia la intensa mirada de sus ojos rojizos- quería decir a mi gente, a las gentes de Kash-Tar, las gentes del desierto, que la magia ha regresado al mundo, y ha sido aquí, en nuestra tierra. Que, por una vez en la historia, los yan, los hijos de Aldun, no hemos sido los últimos... sino los primeros."

domingo, 14 de octubre de 2007

ESCUCHANDO EL VIENTO DE /HAN=KASS'O


En el encabezamiento de este blog se alude a las palabras de //Kabbo, el narrador /xam que dijo que un cuento es como el viento, viene de un lugar lejano, y lo sentimos. Esta semana he estado recorriendo una parte considerable del territorio de los bosquimanos /xam, y me he visto de forma casi constante expuesto a ese viento. A menudo soplaba del sureste, y era un viento áspero y frío, que te obligaba a resguardarte, si es que tenías dónde, dado que buena parte de esa tierra es llana y no ofrece muchos abrigos.

Pero al salir de la granja Arbeidsvreugd, donde está la charca //Xara-//kam (Bitterpits, "Pozo Amargo"), el corazón del territorio dei que //Kabbo era custodio, también experimenté el suave viento del norte, sobre el que /Han=kass'o, el yerno de //Kabbo, dijo que le invitaba a quitarse el manto de piel y dejarlo en el suelo, porque es un viento agradable. /Han=kass'o dijo también que el viento del norte era su propio viento.

A mi amigo Neil Rusch y a mí el viento de /Han=kass'o nos acompañó mientras nos alejábamos de //Xara-//kam en dirección este, hacia la Montaña del Estelión, que en los mapas aparece como Strandberg.
Cuenta un relato /xam que hace mucho tiempo, el Estelión (un tipo de lagarto) viajaba hacia el sur, para acampar en las dunas rojas, entre las que se formaban charcos poco profundos. Pero las montañas lo atraparon, y lo partieron en dos.
Mientras nosotros mismos no dirigíamos allí en el todoterreno de Neil, la cercanía de la montaña nos animó a comentar esta historia. Al cabo de un rato paramos para fotografiarla, y aprovechamos para echar mano de un ejemplar de Specimens of Bushman Folklore de Bleek y Lloyd y discutir algunos detalles del mito. Mientras lo hacíamos, el viento de /Han=kass'o, que fue quien contó esa historia a Lucy Lloyd en 1879, nos envolvía.

El día antes, en la granja, habíamos visitado el que muy probablemente era el campamento principal de //Kabbo y los suyos. También fuimos a ver la piedra blanca que /Han=kass'o describió con precisión a Lucy Lloyd, y que está a pocos kilómetros del campamento. No pude resistir la tentación de sentarme en ella, a esperar, como dice //Kabbo en el testimonio aludido más arriba, a que el viento me trajera historias que vienen de lejos...

martes, 9 de octubre de 2007

MIGRAÑA

Cuando tenía 19 años o así, me diagnosticaron migrañas. Saber que esos horribles dolores de cabeza que padecía tenían un nombre no les restaba intensidad, pero caray ¡no era la única! Podía estar tranquila: no tenía un derrame cerebral, ni problemas de visión, ni me estaba volviendo loca... ¡sólo migrañas!

Con los años sigo teniendo migrañas, pero van perdiendo intensidad (cruzo los dedos). El médico me dijo que, en la mayoría de los casos, desaparecen con la vejez. Bueno, o se sustituyen por otros males -digo yo-pero eso será otra cuestión.

Hace poco me he terminado de leer un libro de Oliver Sacks que se llama precisamente Migraña. Esperaba que me aportara alguna fórmula mágica, pero debo de decir que no ha sido así, supongo que es que no la hay.

Al menos, el libro es ameno y divertido; no podía ser de otra manera con Oliver Sacks, uno de esos médicos humanistas que sabe muchas cosas y las hace comprensibles para todos.

Si cuando conseguí nombrar a mi dolor de cabeza, me consolé pensando que aquello era "normal", ahora, después de leer el libro, pienso: "¡Vaya, qué suerte, aún no he llegado a esos extremos!".

Hay muchos casos que cuenta que parecen pura literatura, son hasta bonitos, pero... ¿alguién quiere padecerlos?

"Comenzó con el papel de la pared, que de pronto pareció brillar como la superficie del agua cuando se agita. Pocos minutos después, esto se acompañó de una vibración en la mano derecha, como si estuviese apoyada sobre la caja sonora de un piano. Luego, puntos, destellos, que se movían lentamente a través del campo visual. Parecían motivos de alfombras turcas, que cambiaban repentinamente. Imágenes de flores que formaban rayos continuamente, y se dispersaban. Todo se fragmentaba y se multiplicaba: burbujas que avanzaban hacia mí, aberturas que abrían y cerraban laberintos. Cuando cerraba los ojos, estas imágenes se volvían deslumbrantes, pero seguían siendo visibles. Con los ojos abiertos se desvanecían un poco. Duraron veinte o treinta minutos, y las sustituyó un terrible dolor de cabeza" (pag. 118)

Bonito, ¿eh?

Este es un poco más terrorífico:

"(...) Durante estos ataques parece desaparecerle el lado izquierdo de su cuerpo, y también todo lo que se ve de ese lado. Dice: 'Ya no hay nada más allí, sólo una laguna, un agujero.' Una laguna en su campo visual, en su cuerpo, en el universo mismo, y durante ese estado no puede estar de pie, y tiene que sentarse antes de que la cosa empeore. Experimenta asimismo un sentimiento de terror mortal, siente que el 'agujero' es la muerte, y que algún día se hará tan grande que se la 'tragará' por completo. Durante la infancia ya había padecido estos ataques, pero cuando los describía la llamaban 'mentirosa'.

En los ataques graves no sólo es la parte izquierda de su cuerpo la que parece desaparecer, sino que se siente confundida respecto a todo su cuerpo, y no está segura de dónde están las cosas... ni de lo que son.

Se siente irreal (éste es uno de los motivos de su temor a ser engullida). En esos ataques graves puede incluso no entender lo que ve (agnosia visual) y suele ser incapaz de reconocer los rostros familiares. Los rostros de las personas conocidas le parecen 'diferentes' o, lo que es más habitual, ve a la gente 'sin cara', con rasgos carentes de expresión alguna (prosopagnosia). En los peores ataques, esto se extiende también a las voces: las oye, pero pierden su tonalidad y su 'carácter'. Se trata de una especie de agnosia auditiva.

Estas privaciones de la sensación alcanzan la oscuridad y el silencio absoluto (...), y la paciente parece perder el conocimento, aunque se trata de una disolución sensitiva en la que ella se hunde progresivamente hasta quedar completamente insensible. No es sorprendente, pues, que estos ataques tan espantosos y vividos se asocien a la muerte." (pag. 128-129)

Ambos casos están extractados de:

Migraña de Oliver Sacks
Edit. Anagrama
Barcelona, 1992