jueves, 7 de octubre de 2010

AL PIE DEL MONTE MESA



Desde el 1 de septiembre el viento que transporta las historias nos trajo de nuevo a Ciudad del Cabo. Esta vez nos quedaremos un año, así que abrimos un blog para contar algunas de las cosas que por aquí vemos, os invitamos a visitarlo: http://alpiedelmontemesa.blogspot.com/

Por supuesto seguiremos con Escuchado con los ojos, pero a veces el día a día nos mantiene muy entretenidos y es difícil llegar a todo.

¡Saludos desde el país del arco iris!

martes, 22 de junio de 2010

EL ARTE QUE AGITA EL ESPÍRITU Y CALMA EL MIEDO



Muchas veces me pregunté en el pasado por la utilidad del arte en nuestra vida. Comparado con un médico, un agricultor, un albañil... ¿para qué sirve el artista?, me preguntaba cuestionando mi propia vocación y ambiciones. Ahora sé que sirve para todo. Cuando todo lo demás falla, el Arte es lo único que queda. Es un asidero al que agarrarse mientras el mundo tiembla. Cuando las cosas van bien, el Arte sigue funcionando, haciéndonos viajar a otras esferas del sonido, de la imagen... permitiéndonos disfrutar del presente y abriendo nuestros sentidos a nuevas dimensiones.

Se ha especulado mucho sobre si el hombre primitivo descubrió primero la música o fue la palabra o el descubrimiento fue simultáneo. Qué más da. El caso es que el Arte sirve para aplacar el miedo, para ofrecernos un viaje a lugares soñados y producir en nosotros emociones placenteras e intensas.
Ya sea escuchar un cuento, contemplar un cuadro o dejarse acompañar por la música, el Arte nos permite superar nuestras propias limitaciones.

Por eso me han gustado mucho las reflexiones que ahora comparto con vosotros del libro del libro de Eduardo Punset: El viaje a la felicidad. Las nuevas claves científicas. Edit. Destino. Barcelona 2005


Hasta hace pocos años, las preguntas en torno a la filosofía del arte no pretendían hallar respuestas científicas, en parte porque no existían los medios para comprobar las reacciones cerebrales ante los estímulos artísticos. Tampoco parecían interesar excesivamente las posibles respuestas de la ciencia frente a un mundo artístico que parecía mágico, casi religioso. El arte conmovía las mentes agitaba el espíritu, alegraba los ánimos decaídos. El arte "funcionaba", y eso bastaba. Actualmente se están desarrollando importantes investigaciones sobre el efecto del arte en el cerebro (...) y se dispone ya de datos científicos que pueden contraponerse a las teorías clásicas del arte barajadas hasta ahora. Aquí sugerimos que el arte y la música formaban parte de la "búsqueda de amparo" del hombre primitivo, que anonadado por la angustia del miedo, buscaba respuestas en la religión, el arte y la organización política. Se trata de una búsqueda mediatizada por el sistema límbico para paliar las dificultades de la supervivencia.
(Pp. 168-169)


(...) uno de los principios más importantes de la felicidad son los sentimientos de competencia y de autonomía. Y los individuos capaces de disfrutar del arte pueden acceder a la experiencia de superar sus propias limitaciones -físicas, en la danza, o de cualquier otra índole, según la disciplina artística-. Un milagro que explica, en parte, el aura mágica que rodea al arte. Una posibilidad sencilla, que no necesita una máquina del tiempo ni ningún artilugio futurista para trasportarnos, fugazmente, al lugar donde siempre quisimos estar. Bailar en el Bolshoi, contemplar el mar tempestuoso a bordo de un barco de Turner, acariciar las curvas de la Maja desnuda o descansar a orillas de un Sorolla soleado, es una forma de alejarse de las propias limitaciones, de viajar hacia la felicidad, pudiendo regresar sin peligro y sin efectos secundarios.
Las drogas prometen algo muy parecido, pero sus efectos no se controlan tan fácilmente.
(Pp. 170-171)




Las fotos que acompañan esta entrada están tomadas en las montañas del Cederberg en agosto del 2009.

martes, 1 de junio de 2010

CONTES I TOCS EN EL PICASSO



Helena. Desde el mes de marzo en el Museo Picasso de Barcelona se realizan unos recorridos para niños de 3 a 6 años por algunas de las obras de la colección.
Es una de esas apuestas que cuando Patricia McGill me esbozó la idea se me iluminó la cara. No se trata de explicar la obra de Picasso, ¡sino de jugar con ella!

Si este cuadro, no fuera un cuadro, ¿qué electrodoméstico sería?
¿Por qué este hombre con gorra tiene las orejas tapadas? ¿Será que tiene orejas de burro?
¿Se puede saber qué le está diciendo la Sra. Canales a su vecina? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Se le ha caído la pinza?

Las imágenes de los cuadros despiertan ecos en nuestro interior. Un día soleado puede ser gris; un monstruo es un amigo con tres orejas, cuatro ojos y, por supuesto, una sola pierna; un museo es una sala enorme con varias puertas y una cuerda como llave.

No solo los niños se divierten. Cada día que voy me siento más pequeña. Me gustaría poder alcanzar el imaginario que tuve algún día con tres años y que toda mi educación reglada se esforzó en pulir. En realidad es fácil: basta escoltar pels llavis i parlar per las orellas ( escuchar con los labios y hablar con las orejas).

jueves, 6 de mayo de 2010

LO QUE ES REAL Y LO QUE NO

Helena. Hace unos días tuve la oportunidad de contar en el Harlem Jazz Club, mi lugar favorito de cuentos, tampoco hay muchos más en Barcelona donde se programen con regularidad cuentos para adultos.

Estuve rodeada de caras conocidas, y también de caras desconocidas, disfruté mucho. La sesión que plantee va de mis grandes temas de siempre: lo real y lo irreal; la fina línea que separa la realidad de la ficción.

Hoy me he topado con una frase que me gusta mucho. Me la envió un amigo y la he reencontrado:


-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?


Es de J.K. Rowling, del libro Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Salamandra, Barcelona, 2008).

Y estos son mis fantasmas dibujados con certeza por Luo Ping:

lunes, 19 de abril de 2010

IMÁGENES Y PALABRAS

Helena: Estamos a mediados de abril y ha habido una sucesión importante de días grises y lluviosos. "La primavera tarda aún en llegar...", dice una canción que me gusta mucho. Pero a los tulipanes que plantamos Jose y yo en noviembre, no les importa nada de esto. Para ellos es su momento de florecer y lucen así de espléndidos.









Puede que os preguntéis qué tiene que ver esto con los cuentos y con la narración oral, pues tiene que ver porque me suscita reflexiones sobre la belleza y la fuerza de las imágenes y las palabras.

Cuando contamos algo, a menudo, empleamos un gran cúmulo de adjetivos. Intentando aportar datos y detalles. Complicando la trama o adornando la imagen. ¿Pero cuántos de estos adjetivos son necesarios? La naturaleza es sabia porque es concisa. No hay nada superfluo en las formas y colores de mis tulipanes. Son hermosos y simples. Su complejidad radica en la combinación de elementos y en el azar: un tulipán amarillo que crece al lado de uno blanco con motas moradas. Un tulipán rojo parece aún más rojo porque brota al lado de otro naranja.

Y se toman su tiempo... los pétalos se cierran a la oscuridad y se abren para recibir la luz del día. Se mueven con el viento, dejándose llevar.

Cuando llegue el momento, caerán sus hojas, y lo harán sin estridencias, sin fuegos de artificio. Bellos y efímeros, como los buenos cuentos, dejarán su huella como si nada...

lunes, 5 de abril de 2010

CUENTOS Y TÉ


Helena: Dentro de unos días Jing Jing y Àmbros inaugurarán su tetería, un local donde degustar un buen té y un momento de calma.

A los dos les conocí a través de los cuentos y de la ceremonia del té y estoy muy contenta de que me hayan dejado poner en palabras su historia y su proyecto. Podéis dar un vistazo a su web y conocer su historia pinchando aquí.

El día 8 de abril a las 8 de la tarde será la inauguración y los asistentes podrán sentarse en preciosos muebles chinos, con el sonido de la fuente de agua cayendo y los aromas del té impregnando unas paredes recién pintadas.
La Tetereria está en c/Saragossa, 113. Barcelona (Metro Lesseps).

Además para poder degustar un buen té y disfrutar del ritual de belleza y de armonía que comporta. Jing Jing y Àmbros ponen a nuestro servicio un conjunto de porcelanas, teteras, bandejitas y cuencos para que todos nuestros sentidos participen de la fiesta.

Una leyenda en China cuenta que el origen del té data del 2.700 a.C, cuando el emperador Shen-Nung, quién identificó cientos de plantas medicinales y venenosas probándolas él mismo, lo descubrió por casualidad. Una tarde, después de uno de sus experimentos, Shen-Nung cayó envenenado y hubiera muerto si no hubiera sido porque justo en ese momento una hoja de té se deslizó en su cuenco. Cuando bebió el agua coloreada se recuperó y descubrió el agradable sabor del té y sus propiedades terapéuticas.

En fin, pocos placeres tan lujosos se presentan al alcance de la mano.

lunes, 15 de marzo de 2010

ALLANAR EL SUELO

Son muchas las tradiciones en las que el narrador, antes de empezar a contar, realiza una serie de gestos rituales que son esenciales para el recital discurra bien. He aquí los de los cheyenne, un nación de habla algónquina de las grandes praderas de América del Norte, cuyo territorio actual ocupa parte del estado de Montana:

[Antes de empezar a contar,] un viejo narrador solía allanar con la mano el suelo delante de sí y hacía dos marcas en él con el pulgar derecho, dos con el izquierdo y una doble marca con ambos pulgares a la vez. A continuación se frotaba las manos, y se pasaba la mano derecha hacia arriba por la pierna derecha, hasta la cintura; se tocaba la mano izquierda y la pasaba por el brazo derecho hasta el pecho. Hacia lo mismo pasando cada mano en la misma dirección por el otro costado. Después tocaba las marcas del suelo con ambas manos, se las frotaba y se las pasaba por la cabeza y por todo el cuerpo.

Esto significa que el Creador había hecho el cuerpo y las extremidades de los seres humanos del mismo modo que había hecho la tierra, y que el Creador era testigo de lo que iba a narrarse. No contaban ninguna de las historias antiguas o sagradas sin antes hacer esto. Y era algo bueno. Yo confié siempre en [los viejos narradores], y creo que contaban la verdad.

An old storyteller would smooth the ground in front of him with his hand and make two marks in it with his right thumb, two with his left, and a double mark with both thumbs together. Then he would rub his hands, and pass his right hand up his right leg to his waist, and touch his left hand and pass it on up his right leg to his waist, and touch his left hand and pass it on up his right arm to his breast. He did the same thing with his left and right hands going up the other side. Then he touched the marks on the ground with both hands and rubbed them together and passed them over his head and all over his body.

That meant the Creator had made humans beings' bodies and their limbs as he had made the earth, and that the Creator was witness to what was to be told. They did not tell any of the old or holy stories without that. And it was a good thing. I always trusted them, and I believe they told the truth.


John Stands in Timber y Margot Liberty, con la colaboración de Robert M. Utley, Cheyenne Memories, Lincoln y Londres: 1972, p. 12 (la primera edición es de 1967).



John Stands in Timber («John de pie en la madera», 1884-1967) fue un importante historiador de la rama norte de los cheyenne. Puede encontrarse más información sobre él, y sobre la nación cheyenne, en la web de la que hemos tomado esta fotografía: http://www.soaringeagle.org/, que es la página de un centro situado en Ashland, Montana, una de cuyas misiones es permitir que los ancianos cheyenne puedan morir en la tierra que les vio nacer, en compañía de los suyos.

jueves, 11 de marzo de 2010

APROVECHEMOS QUE HACE MAL TIEMPO

Estos días con tanta lluvia e incluso nieve apetecía quedarse en casa arrebujados tras los cristales y leer y contar cuentos.

Hay pueblos que consideran que sólo se deben contar cuentos por la noche, o junto al fuego, o mientras la nieve cae, o durante el invierno... contarlos en otros momentos puede acarrear desgracias.

El poder de los cuentos es muy grande, pero creo que siempre se puede viajar de un lugar a otro, según la época del año, buscando el lugar donde sea el momento adecuado para contar y escuchar. Los cuentos desde siempre han sido una invitación al viaje; eso también lo sabemos.

Hoy pensamos, como los indios de América del Norte, que solo en invierno deben contarse cuentos. Aprovechemos.


Esto es lo que nos dice una narradora lenape en un testimonio recogido por John Bierhorst en su libro El ciervo blanco.

En los días de antaño, los lenape tenían narradores profesionales que solían ir de un lugar a otro. La gente se reunía alrededor de ellos y les ofrecía tabaco, o algún otro tipo de pago a cambio de los relatos que iban a contar. La pequeña historia que sigue a continuación explica cómo se inició esa costumbre:

Un hombre que volvía de cazar encontró un curioso agujero en el suelo. Miró en su interior, y desde allí alguien le habló. El cazador preguntó quién era. Pero aquella cosa no se lo dijo, sólo dijo que era un abuelo.

-Si alguien quiere escuchar historias, que venga aquí, eche dentro un poco de tabaco, o un abalorio, y le contaré una historia.

Así que la gente acudió. Y ese fue el principio de las historias sobre las que no sabemos si son verdad o no.

Este abuelo les dijo [a quienes vinieron a escucharlo] que nunca contaran historias en primavera, después de que empezase a hacer calor.

-Si lo hacéis -dijo-, las serpientes, los insectos y toda clase de pequeñas criaturas irán a por vosotros.


Contado por Nora Thompson Dean (1907-1984).

Y Eduardo Galeano en su libro Las palabras andantes nos dice:

VENTANA SOBRE LA PALABRA

Los cuentacuentos, los cantacuentos, sólo pueden contar mientras la nieve cae. Así manda la tradición. Los indios del Norte de América tienen mucho cuidado con este asunto de los cuentos. Dicen que cuando los cuentos suenan, las plantas no se ocupan de crecer y los pájaros olvidan la comida de sus hijos.

lunes, 1 de marzo de 2010

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN


Puente de Brooklyn en torno a 1900. Más información pinchando aquí.

Estos días estoy terminando Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith. Es uno de esos libros que te lees con placer porque son capaces de hacerte pasear por las calles, hablar con las personas del barrio y sentir cada emoción que te describen como si fuera vivida en carne propia. Uno querría que un libro así no terminara nunca, ¿qué voy a hacer cuando Francie Nolan deje de hablarme?

En fin, imaginaos Brooklyn a finales, finales del s.XIX y principios del XX, un barrio lleno de emigrantes italianos, alemanes, irlandeses, austriacos... podéis oír los carros que pasan repartiendo la leche, el trasiego de los obreros que entran a las fábricas y los niños que juegan en la calle con los pantalones cortos y las rodillas desconchadas.

Muchos niños de esos emigrantes, nacieron en Brooklyn y crecieron escuchando historias de la vieja Europa de boca de sus abuelas o de sus padres. La abuela de Francie Nolan era austriaca y debía de ser una mujer extraordinaria. Me gusta la descripción que se hace de ella y me llama la atención la asociación entre no saber escribir ni leer y tener educación. Las culturas orales trasmitían todo su conocimiento sin el soporte de la escritura, ¿y qué? ¿Acaso por eso podemos llamarlos incultos? ¡Cuánta gente en nuestros días sabe leer y escribir, pero es incapaz de desarrollar con imaginación un argumento, tener ideas propias o carece de interés por su pasado! Mary Rommely era una mujer culta, educada y me hubiera gustado que fuera amiga de mi abuela, quién por cierto tampoco sabía leer ni escribir. Esta es la descripción que se hace en el libro:

Mary Rommely, su esposa y abuela de Francie, era una santa. No tenía educación alguna; no sabía leer ni escribir siquiera su propio nombre, pero guardaba en su memoria miles de cuentos y leyendas. Algunos los había inventado para entretener a sus hijos; otros eran cuentos folclóricos que le habían transmitido su madre y su abuela. Conocía la mayor parte de las canciones tradicionales de su tierra y poseía una rara habilidad para interpretar proverbios.

Profundamente religiosa, estaba al corriente de la vida de todos los santos de la religión católica. Creía en fantasmas, en hadas, en la vida sobrenatural. Sabía todo lo relativo a las hierbas y podía preparar tanto una medicina como un hechizo -siempre que éste no fuese para uso maléfico-. En su tierra se la apreciaba por su sabiduría, y sus consejos eran muy solicitados. Era una mujer sin culpa ni pecado; no obstante, era indulgente respecto a las faltas ajenas. De moral inflexible y rígida consigo misma, se apenaba por la flaqueza de sus semejantes. Reverenciaba a Dios y adoraba a Jesús, y comprendía por qué los humanos se apartaban de ellos con tanta frecuencia.

Cuando se casó era virgen y se sometió humildemente al amor brutal de su marido, quien pronto frustró todos sus deseos latentes. Comprendía las debilidades de la carne que, como decía la gente, arruinaban a las chicas. Según ella, un chico que había sido alejado del barrio por haber violado a una joven, todavía podía ser una buena persona. Veía como un fenómeno, si no justificable, por lo menos comprensible, que la gente se viera impelida a mentir, robar y dañarse entre sí. Conocía todas las debilidades humanas y muchas de las fuerzas que dominan al hombre.

Sin embargo, no sabía leer ni escribir.

Un árbol crece en Brooklyn
Betty Smith
Traducción de Rojas Clavell
Edit. Debolsillo. Enero, 2010
pag. 70

jueves, 11 de febrero de 2010

CUANDO LOS PAISAJES HABLAN

Hace unos meses, justo al volver de Suráfrica, me leí un libro fantástico: Los trazos de la canción de Bruce Chatwin (Editorial Península. Octubre 2007. Traducción de Eduardo Goligorsky)

Digamos que Bruce se marchó a Australia para seguir el rastro de las canciones que los aborígenes australianos unen al paisaje, cada tramo del camino es un canción y cada accidente -ya sea montaña, valle, árbol, piedra-, es una nota de esa canción. El paisaje es sagrado por eso, porque encierra una historia ancestral, mítica, y los hombres las heredan en propiedad. Para oír toda una canción hay que unir varios tramos del paisaje y es posible que tengas que oír a varios hombres, cada uno con su parte de la historia.

El libro intenta explicar todo eso, pero también contiene apuntes sobre el nomadismo. Citas, impresiones, historias de otras vidas, cuentos…

Entre las citas me quedo con esta:

“Fuego interior… fiebre de trashumancia” Kakevala.

Cada vez que veo una senda perdida en medio de la vegetación me apetece seguirla con los oídos atentos, a ver dónde me lleva, a ver qué me cuenta…

jueves, 4 de febrero de 2010

ENTREVISTA DE JOSE EN LA COPE



Ayer por la noche entrevistaron a Jose en el programa de la Linterna de la Cope a propósito de su libro La niña que creo las estrellas: Relatos orales de los bosquimanos /xam. Publicado por la editorial Lengua de Trapo.

Podéis escucharle pinchando AQUÍ.

Esperamos que os guste.

domingo, 31 de enero de 2010

MENEPUTO MENUNGA

Con esta entrada queremos recuperar el tiempo perdido ante tantos meses de silencio. Lo cierto es que no ha habido un motivo concreto, salvo que Jose tenía que presentar su tesis (ya es “doctor”) y Helena estaba estudiando un curso de español para extranjeros.

Pero continuamos con ganas de contar y escribir, incluso volvemos con ilusiones renovadas. Hemos cambiado un poquito el color y el diseño del blog para inaugurar esta nueva etapa.

Este verano hicimos un precioso viaje por el interior de Suráfrica en compañía de unos amigos. Entre muchas de las cosas hermosas que vivimos y compartimos allí, sobresale el encuentro con Meneputo y su marido en la comunidad de los bosquimanos !xun y khwe de Platfontein, cerca de Kimberley.

En otro momento hablaremos con más detalle de esta comunidad, y de los avatares que llevaron a los hombres y mujeres que hoy viven en Platfontein a desplazarse desde el sur de Angola hasta la vecina Suráfrica. Baste decir ahora que ambos grupos, que hablan lenguas distintas, además de sufrir la opresión de los colonos portugueses y los ganaderos bantúes (que secuestraban a sus hijos y se apropiaban de sus recursos naturales) se vieron implicados en las guerras coloniales que se desataron en esa zona de África en la segunda mitad del siglo XX y que, en un momento dado, terminaron por (mal) vivir en una base militar de Namibia, al servicio del ejército surafricano en su guerra contra la SWAPO, la guerrilla independentista. En 1989, cuando Suráfrica claudicó y, bajo los auspicios de la ONU, se organizaron elecciones libres, que ganó la SWAPO, el gobierno surafricano ofreció a los soldados bosquimanos y a sus familias posibilidad de retirarse con el resto de las fuerzas militares a una base del país vecino. Muchos, temiendo represalias por parte del nuevo gobierno de la SWAPO, aceptaron, y se instalaron en sus tiendas de campaña en un lugar llamado Schmidtsdrift.
El gobierno surafricano prometió a los !xun y a los khwe que en pocos meses tendrían casas como es debido y empleos dignos. Casi una década después, los bosquimanos seguían en sus tiendas de campaña, y su situación se complicó cuando, tras el cambio político, los tswana reclamaron Schmidtsdrift, que el ejército les había arrebatado tiempo atrás. Gracias, en parte, a la intervención del entonces presidente, Nelson Mandela, en 1999 los !xun y los khwe consiguieron los recursos necesarios para comprar la granja donde viven actualmente y construir en ellas viviendas de verdad.

Pero de quien queremos hablar ahora es de Meneputo, para expresar algo que en el fondo siempre supimos: que lo único que cuentan son las emociones y que merece la pena compartirlas.

El encuentro con Meneputo, y con su marido, tuvo lugar el día 15 de agosto de 2009, en un edificio que, si no entendimos mal, hace las veces de centro cultural de la comunidad !xun y khwe. No pudo ser en su casa, porque las viviendas de Platfontein son muy pequeñas, y el público lo formábamos nueve personas: seis amigos que viajábamos por Suráfrica, un periodista de Johannesburgo que quiso sumarse a la sesión, una amiga suya y, por último, Katima, nieto de Meneputo.

Meneputo es contadora de historias y chamán. Ella tiene el poder de comunicarse con los espíritus a los que llama tocando un silbato (kapilolo). Habla en !xun. Nosotros nos comunicamos con ella a través de su nieto, que nos traducía al inglés.

Ver y oír a Meneputo contar historias es un acontecimiento extraordinario porque comprendes que las palabras no lo son todo. Aunque su lengua es rica en sonidos y expresiones, no podíamos entender nada, hasta que no nos traducían al inglés y era siempre un parco reflejo de lo que ella decía. No obstante, verla moverse, ver sus ojos, mirarnos, la entonación, los gestos, la emoción tiene muchas vías de expresión y es el espejo de la vida.

La historia se desarrollaba plenamente ante nuestros ojos y ante nuestros oídos y todos nosotros sentíamos que la fuerza de la narración era poderosa, porque estábamos juntos, aquí y ahora, uno al lado del otro, y nos oíamos respirar, carraspear, estar en silencio, toser y reír.

Primero Jose le pidió que hablara del poder curativo de las historias, pero, bien porque el intérprete no entendió la pregunta, bien porque quien no la entendió fue ella, o quizá, simplemente, porque no le apetecía hablar del tema, lo cierto es que respondió explicando algunos aspectos de la profesión del chamán, de cómo puede contactar con los seres sobrenaturales y, de este modo, interceder por los enfermos, cuyas dolencias son siempre causadas por algún tipo de espíritu.

Sobre la vocación del sanador nos dijo que no todo el mundo puede aspirar a ser chamán, que sólo quién es de familia de chamanes puede alcanzar tal condición, y sólo si ha sido llamado por los espíritus.

Jose le iba pidiendo historias concretas: la de Dima y Tjisa, la del bebé de barro, y otras que conocía gracias a los trabajos de Marlene Winberg, que es quien mejor conoce a Meneputo.

Juguetona, ella empezaba contado el mito que se le pedía, para luego interrumpirse y saltar a otro, y a otro más, y luego volver al que se le había pedido, y luego continuar otra que se le había pedido anteriormente.

Pero en un momento dado alguno de los relatos la poseyó por completo, y lo narró sin interrupciones, levantándose a veces para abordar a alguien que estaba en un árbol, o agacharse para atender una hoguera que sólo ella veía.

Fue extraordinario, inolvidable.

No es posible el intercambio en pasado, tampoco en futuro. Es el poder del presente.

Ese poder inmenso de las historias, sólo se libera contando, contando a otros, contando con otros, y no solo a través de las palabras.

Os dejamos unas fotos de Meneputo; algunas de ellas son nuestras y otras de nuestra amiga Carmen González. Esperamos poder colgar algún día un video. Pero, en fin, deseamos que su tremenda energía transformadora nos acompañe en el camino. Incluimos la versión de «El bebé de barro» que en su día Marlene nos mandó para preparar el recital narrativo de Kapilolo en el Maratón de los Cuentos de Guadalajara de 2008. Sabemos que, posteriormente, Meneputo ha contado a Marlene una versión más completa del relato, dándole detalles que antes había preferido no comunicarle. Con todo, la que os ofrecemos aquí es, simplemente, bellísima.









EL BEBÉ DE BARRO

Esta era una niña pequeña que hacía muñecas con el barro que encontraba en la orilla del río. Le encantaba jugar con ellas, y las llevaba de un lado a otro a su espalda, como veía que hacían las mujeres con los bebés de verdad.

Cuando la niña se hizo mayor y se casó, no pudo tener bebés. Su marido le preguntaba:

–¿Por qué nosotros no podemos tener hijos?

La niña, que ya era una mujer, fue a la sanadora, y le pidió un daza tzema, un bebé.

La sanadora dijo:

–Tienes que hacer un bebé de barro. Coge tu bebé de barro y mételo en la choza. Pero no lo saques nunca fuera. Debe dormir siempre dentro de la choza.

La mujer fue a la orilla del río a recogió barro blando, amarillo. Hizo un bebé de barro. Con retales de cuero y plumas blandas hizo una camita. Metió el bebé de barro dentro de su choza de ramas, arrebujada en la camita.

Más tarde, ella y su marido se sentaron alrededor de su fogón, fuera de la choza. Encendieron el fuego y hablaron durante toda la noche. De pronto, oyeron un ruido que salía del interior de su choza.

La mujer fue a mirar y llamó a su marido:

–¡Acércate y mira! ¡Ahora tenemos un bebé de verdad!

Estaban felices, porque no quería vivir sin hijos.

A la mañana siguiente, cuando la mujer y su marido salieron al páramo a buscar comida, la mujer pidió a los hijos de su hermana que cuidaran del bebé. Les dijo que no sacaran nunca al niño de la choza.

Pero los niños sacaron al bebé fuera, para jugar con él en el páramo. Empezó a llover. El bebé se mojó, y se convirtió otra vez en barro.

Cuando la mujer y su marido regresaron del páramo con su comida, vieron que el bebé no estaba en la choza. ¡Oh! ¡Los niños deben haber expuesto el bebé a la lluvia!
La mujer cayó de rodillas, y lloró y lloró.

Entonces, oyó el suave sonido de unos piececitos. Levantó la mirada y allí, a su alrededor, vio que a los niños de la aldea. Los niños le sonreían.
La mujer dejó de llorar y levantó la vista. Vio a los niños y sonrió. Estaba rodeada de niños. Todos los niños de la aldea estaban allí.
Mmm, así es como va el cuento…

La sanadora y chamán !xun Meneputo Manunga dice que este cuento habla por sí mismo. Si os dijera lo que significa la historia, dice, la historia no sería vuestra.