En esta exposición se reflexiona sobre el pensamiento y la obra de Canetti, sobre el poder de la masa, pero también de las palabras y del lenguaje.
Canetti habitó muchas lenguas: el español sefardí, el búlgaro, que curiosamente olvidó, el inglés y, sobre todo, el alemán.
Las mujeres que amó, los libros que se pasearon por su vida y los acontecimientos que le tocó vivir - transcendentales porque Canetti vivió de 1905-1994- se nos muestran en imágenes y paneles que, aunque afortunadamente no pueden resumir toda una vida, nos adentran en el pensamiento de este escritor del s. XX.
Somos lo que comemos, sí, pero también lo que leemos, y hay escritores que nos son tan cercanos y queridos que no seriamos los mismos sin ellos, a Jose le ocurre eso con Elias Canetti, por eso, y aunque se encuentra en Suráfrica, no he querido dejar de preguntarle cómo surgió esa pasión y de que manera le ha influido.
Jose: Descubrí la obra de Canetti a través de su primer libro, la novela "Auto de fe", una obra maestra de la estética de lo grotesco y lo extremo. Sentí la necesidad de leer más sobre el autor, y devoré uno tras otro aquellos de sus libros que entonces se habían traducido. Mi vocación, y la persona que soy ahora, nacen de la impresión que me causó uno de sus ensayos breves, "La profesión de escritor", donde recomienda al aspirante a escritor empaparse de mitos de los llamados pueblos primitivos. Que el hombre que había escrito "Auto de fe" pudiera dar ese consejo le conferia a este más autoridad todavía, así que lo seguí. Uno de los primeros libros que adquirí y leí siguiendo esa recomendación fue "Specimens of Bushman Folklore" de Bleek y Lloyd. Si en estos momentos estoy en Suráfrica es, entre otros motivos, para intentar encontrar un sentido a toda la hermosura y el dolor que me han acompañado desde que leí ese libro.
Helena: Por lo que a mí respecta, os quiero dejar con un texto de Canetti que habla de historias de lobos - tema que de por sí ejerce una poderosa atracción sobre mí - y en el que habla de la importancia de los relatos, de los cuentos, y de la curiosa manera como los recuerda nuestra memoria.
ELIAS CANETTI
La lengua salvada
Pag. 31-32
Edit. DeBolsillo 2005
"Algunos años excepcionales el Danubio se helaba en invierno y la gente contaba historias fabulosas sobre el fenómeno. En su juventud, mi madre cruzó varias veces en trineo a Rumania y me enseñaba las pielas en las que había ido arropada. Cuando el frío, arreciaba, los lobos bajaban de las montañas y, hambrientos, atacaban a los caballos de los trineos. El cochero intentaba ahuyentarlos a latigazos, pero eso no servía de nada y tenía que disparar contra ellos. En una de esas excursiones resultó que no se había llevado ningún arma. Un circasiano armado que vivía en casa como criado tendría que haber acompañado el trineo, pero no se había presentado y el cochero partió sin él. Fue muy difícil rechazar a los lobos y el peligro fue enorme. Si no hubiera venido casualmente de frente un trineo con dos hombres que mataron a tiros a un lobo y ahuyentaron a los demás el desenlace hubiera sido fatal. Mi madre pasó mucho miedo, describía las lenguas rojas de los lobos, que llegaron a acercársele tanto que aún años más tarde soñaba con ellos.
Yo le pedía a menudo que me contara esa historia y ella lo hacía de buena gana. Así los lobos fueron los primeros animales salvajes que poblaron mi imaginación. El temor a ellos estaba alimentado por los cuentos que oía contar a las muchachas campesinas búlgaras. Cinco, seis de ellas vivían siempre en nuestra casa. Eran muy jóvenes, tenían quizá diez o doce años, y habían sido traídas por sus familias de los pueblos a la ciudad, donde las colocaban de criadas en las casas de los burgueses. Andaban descalzas por la casa y siempre estaban de buen humor, no tenían mucho que hacer, y lo hacían juntas; fueron mis primeras compañeras de juego.
Por la noche, cuando mis padres salían, yo me quedaba en casa con ellas. A lo largo de las paredes de la gran sala de estar había sofás turcos bajos. Aparte de las alfombras que se extendían por todas partes y de algunas mesas pequeñas, eran, que yo recuerde, los únicos muebles permanentes de esa habitación. Cuando oscurecía las muchachas sentían miedo. Nos apiñábamos todos en uno de los sofás, junto a la ventana, yo en el medio, y entonces empezaban a contar sus historias de hombres-lobo y vampiros. Apenas terminaba una cuando empezaban con la siguiente, era horripilante, y sin embargo yo, apretado contra las chicas por todas partes, me sentía muy bien. Teníamos tanto miedo que nadie se atrevía a levantarse, y cuando mis padres regresaban a casa nos encontraban temblando amontonados.
De los cuentos que oí solo recuerdo los que trataban de vampiros y hombres-lobo. Quizá no me contaran otros. No puedo coger un libro de cuentos de los Balcanes sin reconocer inmediatamente alguno de ellos. Los tengo presentes con todos los detalles, aunque no en la lengua en que los oí. Los oí en búlgaro, pero los conozco en alemán esta misteriosa traducción es quizá lo más curioso que tengo que relatar de mi juventud, y como el destino lingüístico de la mayoría de los niños transcurre de otra manera debería decir algo más sobre esto. (...)"
La exposición se puede visitar en Barcelona hasta el 10 de noviembre de 2007 en:
Centro Cultural Fundación Círculo de Lectores
Consell de Cent, 323
Barcelona
Horario: de lunes a viernes de 10 a 20 h.
sábados de 11 a 14 y de 17 a 20 h.
domingos y festivos, cerrado.
2 comentarios:
Con Canetti aún no me he atrevido. Masa y poder era uno de los libros que casi leo motu proprio durante la universidad, y tuve muchas veces en mis manos Auto de fe, y alguna vez llegué a empezarlo, pero nunca me lo terminé. Presiento que entonces era demasiado pronto, y que ahora me gustaría.
Una vez leí un artículo en el que Canetti explicaba sus orígenes sefardíes, y se refería a su apellido, que, según él, derivaba del español Cañete. Puede ser. :-)
Canetti, en efecto, era sefardi bulgaro, y su apellido deriva de ese pueblo de Cuenca. En algun momento, la familia estuvo en Italia y se italianizo el apellido.
Siempre que he leido "Auto de fe" he tenido que hacer una pausa hacia la mitad antes de poder retomar el libro, y creo que no soy el unico al que le pasado esto.
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