lunes, 15 de enero de 2018

"Sobre la desaparición de los oráculos" Plutarco


¿Nos queda algo de aquellos dioses que fueron grandes y temidos en el mundo antiguo? ¿ O ahora ya son historias que decoran frisos y vasijas? 

Tal vez, perviven en el arte y ese es su consuelo. Me pregunto cuánta fuerza tienen para nosotros la palabra de los poetas antiguos que cantaban sus historias, o si eso también  cae en el olvido...

Hace poco me topé con un suceso que me impactó. Lo relata Plutarco en Sobre la desaparición de los oráculos (Obras morales y de costumbres. Edición de Manuela García Valdés. Akal/Clasica). 

Y narra el caso de un viaje en barco por la isla de Paxos en el que alguien llamado Tamún, que era un piloto egipcio, recibió un curioso encargo. El hombre oyó una voz que le llamó y le decía: "Cuando estés a la altura de Palodes proclama que el gran Pan ha muerto". 

El tal Tamún se sintió atónito por la orden, y no sabía si dejarla de lado o cumplirla, pero decidió que si no hacía viento, la llevaría a cabo.

Así, cuando estuvo frente a Palodes, no había viento ni oleaje, Tamún desde la popa, mirando hacia la tierra, dijo, según lo que había oído: Gran Pan ha muerto.  Aún él no había acabado y se produjo un gran gemido, no de una persona, sino de muchas, mezclado con gritos de sorpresa. 

Posteriormente se cuenta que otros muchos seres superiores desaparecieron en torno aquellas islas, dejando tras de sí perturbaciones atmosféricas: vientos fuertes, señales eléctricas, rayos y truenos. 

Ahora debe de haber otros dioses. No se llaman Pan, Hermes o Zeus y no viven en el Olimpo. 

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