Llevo unos días plagados de trámites burrocráticos de esos que te ponen de los nervios. Entre intentar hacer la declaración de la renta, que lo que marean para cuatro tonterías, y el otro día que a Jose y a mi nos tocó ir a la policía para recoger unos impresos llamados "carta de invitación"; indispensables por lo visto: ¡para poder invitar a que unos amigos suráfricanos a que pasen la noche en nuestra casa! El caso es que me debato entre el absurdo kafkiano y el tirarme de los pelos.
He decidido que basta, que se necesita un poco de sentido del humor, y me he acordado de un cuento estupendo de un escritor mexicano: Alberto Chimal.
LA VERDAD
Gente del mundo
México, 1998
Los liolio decían siempre lo contrario de lo que pensaban, de tal suerte que los peores enemigos se saludaban con alegría; los amantes no dejaban de decirse adiós; los generales ordenaban cargar cuando el ejército debía retirarse; las madres amonestaban a los hijos más obedientes. Siempre. Pero viajeros de todas las regiones iban hasta los liolio para oírlos hablar, vivir de ese modo tan extraño, y acaso uno de ellos, un mercader o un contador de cuentos, les enseñó a mentir (arte que les era desconocido y aun impensable).
Por lo que empezaron a decir lo que pensaban; a decir lo que no pensaban a sabiendas de que nadie les creería, y a hablar también con intenciones rectas, pero sin que nadie les diera crédito. Terminaron por mezclar lo que pensaban y lo que no en el discurso, en la acción y hasta en el pensamiento; así se volvieron iguales al resto de los pueblos del mundo, y se dispersaron, pues unos a otros, se dice, ya no podían comprenderse.
2 comentarios:
muy bueno el cuento de alberto chimal,
como los q hemos escuchado esta noche
felicidades
espero a la próxima vez
anna
La primera vez que oí este cuento de Chimal fue con la voz de nuestro amigo Xavi :-)
Y gracias por venir el sábado, por supuesto seguiré informando de más y más cuentos.
Publicar un comentario