jueves, 11 de marzo de 2010

APROVECHEMOS QUE HACE MAL TIEMPO

Estos días con tanta lluvia e incluso nieve apetecía quedarse en casa arrebujados tras los cristales y leer y contar cuentos.

Hay pueblos que consideran que sólo se deben contar cuentos por la noche, o junto al fuego, o mientras la nieve cae, o durante el invierno... contarlos en otros momentos puede acarrear desgracias.

El poder de los cuentos es muy grande, pero creo que siempre se puede viajar de un lugar a otro, según la época del año, buscando el lugar donde sea el momento adecuado para contar y escuchar. Los cuentos desde siempre han sido una invitación al viaje; eso también lo sabemos.

Hoy pensamos, como los indios de América del Norte, que solo en invierno deben contarse cuentos. Aprovechemos.


Esto es lo que nos dice una narradora lenape en un testimonio recogido por John Bierhorst en su libro El ciervo blanco.

En los días de antaño, los lenape tenían narradores profesionales que solían ir de un lugar a otro. La gente se reunía alrededor de ellos y les ofrecía tabaco, o algún otro tipo de pago a cambio de los relatos que iban a contar. La pequeña historia que sigue a continuación explica cómo se inició esa costumbre:

Un hombre que volvía de cazar encontró un curioso agujero en el suelo. Miró en su interior, y desde allí alguien le habló. El cazador preguntó quién era. Pero aquella cosa no se lo dijo, sólo dijo que era un abuelo.

-Si alguien quiere escuchar historias, que venga aquí, eche dentro un poco de tabaco, o un abalorio, y le contaré una historia.

Así que la gente acudió. Y ese fue el principio de las historias sobre las que no sabemos si son verdad o no.

Este abuelo les dijo [a quienes vinieron a escucharlo] que nunca contaran historias en primavera, después de que empezase a hacer calor.

-Si lo hacéis -dijo-, las serpientes, los insectos y toda clase de pequeñas criaturas irán a por vosotros.


Contado por Nora Thompson Dean (1907-1984).

Y Eduardo Galeano en su libro Las palabras andantes nos dice:

VENTANA SOBRE LA PALABRA

Los cuentacuentos, los cantacuentos, sólo pueden contar mientras la nieve cae. Así manda la tradición. Los indios del Norte de América tienen mucho cuidado con este asunto de los cuentos. Dicen que cuando los cuentos suenan, las plantas no se ocupan de crecer y los pájaros olvidan la comida de sus hijos.

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