lunes, 1 de marzo de 2010

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN


Puente de Brooklyn en torno a 1900. Más información pinchando aquí.

Estos días estoy terminando Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith. Es uno de esos libros que te lees con placer porque son capaces de hacerte pasear por las calles, hablar con las personas del barrio y sentir cada emoción que te describen como si fuera vivida en carne propia. Uno querría que un libro así no terminara nunca, ¿qué voy a hacer cuando Francie Nolan deje de hablarme?

En fin, imaginaos Brooklyn a finales, finales del s.XIX y principios del XX, un barrio lleno de emigrantes italianos, alemanes, irlandeses, austriacos... podéis oír los carros que pasan repartiendo la leche, el trasiego de los obreros que entran a las fábricas y los niños que juegan en la calle con los pantalones cortos y las rodillas desconchadas.

Muchos niños de esos emigrantes, nacieron en Brooklyn y crecieron escuchando historias de la vieja Europa de boca de sus abuelas o de sus padres. La abuela de Francie Nolan era austriaca y debía de ser una mujer extraordinaria. Me gusta la descripción que se hace de ella y me llama la atención la asociación entre no saber escribir ni leer y tener educación. Las culturas orales trasmitían todo su conocimiento sin el soporte de la escritura, ¿y qué? ¿Acaso por eso podemos llamarlos incultos? ¡Cuánta gente en nuestros días sabe leer y escribir, pero es incapaz de desarrollar con imaginación un argumento, tener ideas propias o carece de interés por su pasado! Mary Rommely era una mujer culta, educada y me hubiera gustado que fuera amiga de mi abuela, quién por cierto tampoco sabía leer ni escribir. Esta es la descripción que se hace en el libro:

Mary Rommely, su esposa y abuela de Francie, era una santa. No tenía educación alguna; no sabía leer ni escribir siquiera su propio nombre, pero guardaba en su memoria miles de cuentos y leyendas. Algunos los había inventado para entretener a sus hijos; otros eran cuentos folclóricos que le habían transmitido su madre y su abuela. Conocía la mayor parte de las canciones tradicionales de su tierra y poseía una rara habilidad para interpretar proverbios.

Profundamente religiosa, estaba al corriente de la vida de todos los santos de la religión católica. Creía en fantasmas, en hadas, en la vida sobrenatural. Sabía todo lo relativo a las hierbas y podía preparar tanto una medicina como un hechizo -siempre que éste no fuese para uso maléfico-. En su tierra se la apreciaba por su sabiduría, y sus consejos eran muy solicitados. Era una mujer sin culpa ni pecado; no obstante, era indulgente respecto a las faltas ajenas. De moral inflexible y rígida consigo misma, se apenaba por la flaqueza de sus semejantes. Reverenciaba a Dios y adoraba a Jesús, y comprendía por qué los humanos se apartaban de ellos con tanta frecuencia.

Cuando se casó era virgen y se sometió humildemente al amor brutal de su marido, quien pronto frustró todos sus deseos latentes. Comprendía las debilidades de la carne que, como decía la gente, arruinaban a las chicas. Según ella, un chico que había sido alejado del barrio por haber violado a una joven, todavía podía ser una buena persona. Veía como un fenómeno, si no justificable, por lo menos comprensible, que la gente se viera impelida a mentir, robar y dañarse entre sí. Conocía todas las debilidades humanas y muchas de las fuerzas que dominan al hombre.

Sin embargo, no sabía leer ni escribir.

Un árbol crece en Brooklyn
Betty Smith
Traducción de Rojas Clavell
Edit. Debolsillo. Enero, 2010
pag. 70

2 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE:
ESCUCHANDO CON LOS OJOS


ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LOVE STORY, CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL.

José
ramón...

Helena y José Manuel dijo...

Caray, nosotros rimar,
rimamos muy mal,
pero nos gustan
los comentarios
con tanta gracia y sal.

Seguimos escuchándonos, José Ramón