domingo, 28 de abril de 2013

FOTOGRAFIAR LA AUSENCIA

Estos días hay una exposición muy interesante en el Caixaforum de Barcelona que reflexiona sobre la relación entre la pintura y la fotografía: Seducidos por el arte.

Allí he visto una impresionante fotografía de Jose Manuel Ballester. Se trata de una impresión digital sobre tela, en gran formato, que reproduce el paisaje que Goya pintó en Los fusilamientos del 3 de mayo, pero sin los personajes que lo habitan.



La fotografía fue como un auténtico puñetazo en el estómago (donde para mí hace tiempo que residen las emociones) ¿Dónde están las víctimas, los muertos, los verdugos? 

La luz de un farol es lo primero que atrapa la atención... ¿qué hace ahí ese extraño elemento? Ilumina la sangre, perfila la noche que envuelve la ciudad. La silueta de Madrid es siniestra, allá en el fondo, y el paisaje, silencioso.




¿Qué quedo del dramatismo y la violencia que supo plasmar tan bien Goya en la muerte de aquellas personas, en aquel fusilamiento concreto? De ese momento congelado de dolor, miedo, de los gritos que casi se pueden oír y de los disparos de fusil...  lo que quedará es el silencio que habla, la ausencia. Una luz en la noche oscura que en nada tranquiliza. Huellas de sangre, que la tierra absorberá. Ausencia, que pronto será olvido. 

Volví dándole vueltas a la idea de si plasmar la "ausencia" podía ser siempre tan desasosegante como aquella imagen.

Busqué más fotos del autor en internet y he encontrado toda una serie con el mismo tema, fotografías de cuadros clásicos de la historia de la pintura vaciados de sus personajes. El paisaje que envuelve la escena se pone de manifiesto y resulta muy curioso el juego que se produce en el espectador. Si no conoces el cuadro, la escena puede resulta armoniosa y completa.

He aquí un interior de Veermer. Un momento antes o después el pintor y la modelo entrarán en escena, puedes deducir eso porque el cuadro en el caballete está inacabado. Pero, obviamente, ahora no están, de nuevo la ausencia, aunque más liviana, tarde o temprano, quién sea, entrará en la habitación y cambiará los objetos de sitio. 





El juego de convertir al espacio en protagonista del cuadro, puede ser divertido y anunciar incluso movimientos posteriores. ¿O no resulta de lo más surrealista una concha gigante varada en la orilla de la playa? 



Esta es la ausencia, no del que ha salido un momento de la habitación o del que ha desaparecido con la muerte, no, esta es la ausencia del que está por nacer.




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