El Señor Pip de Lloyd Jones es un libro que podemos calificar como metaliterario: habla de literatura y plantea interrogantes sobre la lectura y la narración. Pip es el nombre de un protagonista de la novela Grandes esperanzas de Charles Dickens, pero es también el nombre adoptado por el Sr. Watts, alias Ojos Saltones, que ejerce de profesor en la lejana isla de Bougainville, en Papúa Nueva Guinea.
El Sr. Dickens, foto extraída de la Wikipedia.
La novela me interesa desde el momento en que plantea la ficción como vía de escape a una realidad asfixiante: una guerra y un embargo.
¿Hasta qué punto es posible sentirte identificado con una realidad muy alejada de la tuya? La respuesta es que no hay límites, porque las fronteras del imaginario no existen. Así, puede resultarnos más cercano un personaje literario ambientado en la Inglaterra victoriana que nuestra propia madre.
Lo único "malo", como dice la protagonista de la novela, Matilda, es que el dialogo con Grandes Esperanzas -como con cualquier lectura- es "en una sola dirección". A pesar de eso, el diálogo puede ser muy intenso, vivimos la vida de otra persona a través de una ficción y descubrimos el mundo:
"En Grandes esperanzas descubrimos cómo podía cambiar la vida sin previo aviso. Pip lleva cuatro años de aprendiz de Joe Gargery. Así pues, ahora ya es mayor que yo. Pero no importaba: en otros aspectos seguía siendo un verdadero amigo, un compañero por el que me precupaba y en quien pensaba mucho." (Lloyd Jones, El Señor Pip, Lloyd Jones, traducción de Isabel Ferrer, Salamandra 2008, pág. 59)
"(...) Así que él (Pip) estaba a punto de cambiar y convertirse en algo distinto.Tras esta revelación, me quedé preocupada hasta el final del capítulo: necesitaba saber cómo iba a ser Pip después del cambio para tener la certeza de que seguiríamos siendo amigos. No quería que cambiara." (Lloyd Jones, El Señor Pip, p. 60)
Leer, aunque sea siempre el mismo libro nos permite ensanchar los horizontes: ver otra realidad, otro mundo, a veces incluso más coherente que el real:
"Siempre era un alivio volver a Grandes esperanzas. Contenía un mundo que era íntegro y, a diferencia del nuestro tenía sentido." (Lloyd Jones, El Señor Pip, pág. 74)
Pero, ¿leemos lo que el autor quiere comunicarnos exactamente? A veces, leemos una traducción, o una versión resumida o adaptada. En otras ocasiones, la misma historia leída en un momento de nuestra vida significa una cosa, y más adelante, otra.
Al final de la novela de Lloyd Jones, el Sr. Watts, el profesor que les inicia en la lectura de Grandes esperanzas, adopta el nombre del personaje, Pip, y narra en primera persona historias de la novela de Dickens, mezcladas con su propias experiencias vitales. Todo se mezcla. ¿He vivido esto? ¿Lo he soñado? ¿Lo he leído?
Para todos los que disfrutamos con la lectura, el tiempo se suspende cuando tienes una buena historia entre manos, te puedes hacer amigo de un ser literario y esperarle y anhelarle cuando no "está" contigo, cuando no le estás leyendo.
En situaciones extremas, cuando todo lo demás ha fallado -situación que se describe en la novela: una guerra y sus consiguientes atrocidades- siempre nos queda la ficción: lo único real. ¡Menos mal!
3 comentarios:
ummm! buscaré el libro!
Lo que me explicas, me recuerda una de mis películas favoritas: la rosa púrpura del Cairo de W. Allen!
Enhorabuena por el blog, sigue lleno de cosas interesantes!
Agustín
Pues muchas gracias, Agustín.
Por cierto, "La rosa púrpura del Cairo" también es una de mis pelis favoritas. No se me había ocurrido establacer un paralelismo, aunque realmente lo tiene.
Recomiendo la novela a Todos.Es una joyita.Deliciosa.
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