jueves, 12 de febrero de 2009

EL NARRADOR, MANIPULADOR DE EMOCIONES

En el V Encuentro de Narración Oral al que aludía Helena en la entrada anterior, Ana Cristina Herreros hizo una entusiasta invitación a la lectura de El cuento de nunca acabar de Carmen Martín Gaite. Una intervención mía durante el diálogo que propició la charla de Ana Herreros produjo cierto sobresalto, pues comenté, como si tal cosa, que el narrador es un manipulador de emociones.











El que mis palabras fueran malinterpretadas y causaran cierto revuelo ha de atribuirse, sin duda, a la muy mala prensa de la palabra "manipulación", que fue interpretada en su peor sentido, y eso que el sentido primario del término es neutro, y doña María Moliner define el verbo manipular como "realizar operaciones con las manos o con una cosa".

Pero, en fin si se quiere, para evitar polémicas improductivas la misma idea puede expresarse diciendo que el narrador es alguien que moldea las emociones de su público.


En resumidas cuentas, y por abreviar (que estoy haciendo novillos del trabajo en mi tesis doctoral), reproduzco aquí varios pasajes de un artículo del folklorista Harold Scheub, al que cité en mi intervención, ya que al comentar el vínculo entre relato y emoción me estaba limitando a resumir uno de sus planteamientos básicos.

Antes de pasar a las citas, quería decir que Harold Scheub, catedrático de Humanidades en la Universidad de Wisconsin, es para mí el mayor folklorista vivo, tanto por sus estudios teóricos como por el impresionante y solidísimo trabajo de campo que lo sustenta. En algún momento espero poder dedicarle una entrada. Baste decir ahora que su forma detallada de documentar las sesiones de narración es un ejemplo a imitar.

Scheub es quizá uno de los primeros investigadores que se dieron cuenta de que no basta con "encuestar" al narrador para recoger sus "textos", sino que, si eso es posible, hay que asistir a verdaderos recitales de relatos y fijarse en todo lo que sucede en ellos, en especial la compleja relación que se establece entre un narrador carismático y su público.
Scheub realizó la mayor parte de sus investigaciones en Suráfrica en los años de 1960 y 1970, es decir, en pleno apartheid. Sus expediciones de trabajo de campo (durante las cuales recogió, según su propio testimonio, 9.000 piezas de literatura oral), se centraron sobre todo en las comunidades xhosa y zulú.
Entre sus informantes de la primera de estas etnias destaca la narradora Nongenile Masithathu Zenani, del Transkei, quizá una de las artistas verbales más extraordinarias de las que tenemos noticia. Zenani era experta en la narración de ntsomi, un género muy similar a los cuentos maravillosos de la Europa occidental.

En la web South African Voices (http://digital.library.wisc.edu/1711.dl/SouAfrVc), que forma parte de la University of Wisconsin Digital C0llections, Scheub ha puesto a disposición de todo el mundo la transcripción de sus grabaciones de los recitales de la señora Zenani, y también las grabaciones mismas. Yo no hablo xhosa, pero he podido leer muchos de los relatos y testimonios de esta narradora en su libro (porque figura ella como autora) The World and the World: Tales and Observations from the Xhosa Oral Tradition (Madison: Wisconsin University Press, 1992), que recoge buena parte de su repertorio.

Las fotos de Zenani que ilustran esta entrada proceden de la antes citada web South African Voices. La de Scheub, en pleno acto de narrar un cuento africano es de la web del Departamento de Lenguas y Literatura Africanas de la Universidad de Wisconsin (http://african.lss.wisc.edu/).

Y ahora, los prometidos extractos. Proceden del artículo de Scheub «Performance of Oral Narrative», publicado 1977 en la recopilación Frontiers of Folklore, edición a cargo de W. R. Bascom, Boulder, Colorado: Westview Press, págs. 54-78.


«La unidad generadora esencial del recital (performance) de relatos orales es la imagen[.] [Las imágenes son acciones, o grupos de acciones, que se sienten, evocadas en la imaginación de los oyentes por medio de elementos verbales y no verbales que el artista maneja, y que exigen una experiencia común por parte del artista y el público.] [L]a función de la imagen es evocar una respuesta emocional de los oyentes [...] En estos recitales imaginativos el mensaje es la experiencia emocional de las formas y de las relaciones entre formas. Las homilías superficiales, los comentarios etiológicos y los datos de tipo cultural se cuentan entre los materiales de la composición de un relato oral; son los medios para el mensaje, no el fin. Puesto que el mensaje del relato oral es emocional, no es fácil parafrasearlo en palabras. […]

»[D]anzar es descubrir", sostiene Senghor, y Susan Sontag: "interpretar es empobrecer, vaciar el mundo…". Un narrador zulú me dijo: "para hablar del significado de este relato debo contártelo otra vez".» (págs. 54)
«Así, los tipos de emociones evocadas no son idénticos: algunas derivan del conocimiento íntimo por parte del público del relato que se está recitando; otras fluyen desde la especifidad del recital, que siempre es singular; las emociones están imbricadas en las expectativas y la previsibilidad […] El público, atrapado por completo en el recital, se implica totalmente en el movimiento del relato hacia la unidad final […]

»La implicación emocional es tal que el público no emite juicios sobre las imágenes concretas, sino que deja que el recitador genere dichas imágenes para sus propios fines. Las conclusiones sobre las imágenes concretas no pueden alcanzarse hasta que el recital haya terminado; hasta ese momento, las imágenes, la disposición en pautas y la experiencia de los oyentes, están en proceso de devenir.» (págs. 56, 57)

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