Jose ha regresado hace unos días de Sudáfrica y, junto con un montón de historias que contar, también me ha traído un libro muy esperado: Zen Dust. A journey home through the back roads of South Africa de Antony Osler.
Antony Osler debe ser una persona muy especial, de esas a las que me gustaría mucho conocer algún día. Es un granjero del Karoo, monje zen, abogado activista por los derechos humanos, padre, esposo y muchas otras cosas que seguramente ignoro.
Su primer libro Stoep Zen, del que hablé en su día en nuestro blog de Al pie del monte mesa, me fascinó y este lleva el mismo camino, así que no me resisto a dejaros una pincelada del mismo para que disfrutéis.
Con una sencillez conmovedora describe su viaje Kimberley a Colesberg atravesando las polvorientas y desiertas carreteras del Karoo. Él va observando, prestando atención a lo que le rodea, a veces recordando personas y anécdotas. Los textos se acompañan de fotografías en blanco y negro. Sin muchas florituras, directo al grano, te pone en situación, hace que visualices la escena y te trasmite, sin necesidad de verbalizarlo, una reflexión filosófica. Suelen ser historias cortas, concisas, aparentemente sencillas y muy hermosas. Absolutamente zen.
Mi amigo Croft pasó unos meses en el centro de meditación Godwin Samararatne en Nilambe, es un lugar sencillo con escasos servicios a cierta distancia de la población. Una tarde se produjo una discusión entre algunos de los residentes europeos debido a un taxista que debía recogerles y llevarles de compras a la ciudad, pero que no lo hizo. Ellos estaban allí dando vueltas culpando al taxista, echando pestes de Sri Lanka, quejándose de la situación, cuando Godwin apareció con su paraguas bajo el brazo y les preguntó qué pasaba. Ellos le contaron que el taxista les había dejado tirados. "Oh"- dijo Godwin. Abrió su paraguas y empezó a caminar colina abajo hacia la ciudad, un hombre de tez oscura con túnica blanca bajo un brillante disco amarillo. Al cabo de un rato, los otros le siguieron.
My friend Croft once spent a few months at Godwin Samararatne's meditation center at Nilambe, a simple place with few facilities some distance from town. One afternoon an argument broke out among some of the European residents about a taxi driver who was meant to pick them up and take them shopping but didn't. They were standing around blaming the driver, blaming Sri Lanka, blaming their situation, when Godwin walked up with his umbrella under his arm and asked what the problem was. They told him how the taxi driver had let them down. "Oh", said Godwin. He openend his umbrella and began to walk down the hill to the town, a dark man in white robes under a bright yellow disc. After a while, they followed him.
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